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  • Así habla el Señor de los ejércitos: Los muros de Babilonia, la extensa, serán arrasados por completo, y sus altas puertas serán incendiadas. Así, los pueblos se fatigan por nada y sólo para el fuego se extenúan las naciones. (Jeremías 51, 58)

  • Esta es la orden que el profeta Jeremías dio a Seraías, hijo de Nerías, hijo de Maasías, cuando este partió para Babilonia con Sedecías, rey de Judá, en el cuarto año de su reinado. Seraías era el encargado de las etapas durante la marcha. (Jeremías 51, 59)

  • Jeremías había escrito en un libro toda la desgracia que debía sobrevenir a Babilonia, todas estas palabras escritas contra Babilonia. (Jeremías 51, 60)

  • Y Jeremías dijo a Seraías: "Cuando llegues a Babilonia, procura leer en voz alta todas estas palabras. (Jeremías 51, 61)

  • Entonces dirás: De esta manera se hundirá Babilonia, y no se levantará nunca más de la desgracia que yo haré venir sobre ella". Aquí concluyen las palabras de Jeremías. (Jeremías 51, 64)

  • Esto sucedió en Jerusalén y en Judá a causa de la ira del Señor, hasta que al fin, él los arrojó lejos de su presencia. Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia. (Jeremías 52, 3)

  • El noveno año del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército contra Jerusalén. Ellos acamparon frente a la ciudad y la cercaron con una empalizada. (Jeremías 52, 4)

  • Los caldeos capturaron al rey y lo hicieron subir hasta Riblá, en el país de Jamat, ante el rey de Babilonia, que dictó sentencia contra él. (Jeremías 52, 9)

  • El rey de Babilonia hizo degollar a los hijos de Sedecías ante sus propios ojos, y también a todos los jefes de Judá, en Riblá. (Jeremías 52, 10)

  • Luego le sacó los ojos a Sedecías y lo ató con una doble cadena de bronce. Así lo llevó a Babilonia, donde lo tuvo prisionero hasta el día de su muerte. (Jeremías 52, 11)

  • El día diez del quinto mes -era el decimonoveno año de Nabucodonosor, rey de Babilonia- Nebuzaradán, comandante de la guardia, que prestaba servicio ante el rey de Babilonia, entró en Jerusalén. (Jeremías 52, 12)

  • Nebuzaradán, el comandante de la guardia, deportó a toda la población que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de los artesanos. (Jeremías 52, 15)


“Que Maria seja toda a razão da sua existência e o guie ao porto seguro da eterna salvação. Que Ela lhe sirva de doce modelo e inspiração na virtude da santa humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina