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  • Pues los hay que se introducen en las casas y cautivan a mujerzuelas cargadas de pecados; que se dejan llevar de toda clase de concupiscencias, (II Timoteo 3, 6)

  • Pero tú estate siempre alerta, soporta con paciencia los sufrimientos, predica el evangelio, cumple bien con tu trabajo. (II Timoteo 4, 5)

  • Aconséjales que vivan sumisos a los gobernantes, a las autoridades; que les presten obediencia, que estén dispuestos a hacer siempre el bien; (Tito 3, 1)

  • Evita, en cambio, las cuestiones tontas, las genealogías, las discusiones y polémicas sobre la ley, pues son inútiles y vanas. (Tito 3, 9)

  • Yo querría retenerlo a mi lado, para que me ayudase en tu lugar en mi prisión por el evangelio; (Filemon 1, 13)

  • En efecto, la tierra que absorbe el agua caída repetidas veces sobre ella y que produce frutos abundantes para aquellos que la cultivan, recibe la bendición de Dios; (Hebreos 6, 7)

  • Nosotros, sin embargo, no somos de aquellos que se retiran cobardemente para la perdición, sino de aquellos que se salvan por la fe. (Hebreos 10, 39)

  • El sol ardiente se levanta y seca el heno, se marchita la flor y desaparece su belleza; así se marchitará el rico en sus empresas; (Santiago 1, 11)

  • ¿O pensáis que en vano dice la Escritura: El Espíritu de Dios, que habita en nosotros, ama hasta con celos? (Santiago 4, 5)

  • Y vosotros, los ricos, llorad con fuertes gemidos por las desventuras que van a sobreveniros. (Santiago 5, 1)

  • y Dios les hizo saber que lo que ellos anunciaban no era para ellos sino para vosotros esto es lo que ahora os anuncian los que predican el evangelio con el poder del Espíritu Santo enviado del cielo esto es lo que los mismos ángeles están deseando contemplar. (I Pedro 1, 12)

  • pero la palabra del Señor permanece por siempre. Ésta es la palabra que os ha traído el evangelio (I Pedro 1, 25)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina