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  • Aquí la inteligencia y la sabiduría. Las siete cabezas son siete montañas, sobre las que se sienta la mujer. (Apocalipsis 17, 9)

  • Están todos de acuerdo en poner a disposición de la bestia su fuerza y su poder. (Apocalipsis 17, 13)

  • permaneciendo a distancia por miedo a sus tormentos, y dirán: ¡Ay, ay de la gran ciudad, Babilonia, la ciudad fuerte; en un instante ha llegado tu sentencia! (Apocalipsis 18, 10)

  • Los comerciantes de la tierra lloran y se lamentan sobre ella, porque ninguno comprará ya sus mercancías: (Apocalipsis 18, 11)

  • Los frutos que tanto deseabas se han alejado de ti; todos los productos delicados y magníficos se han perdido para ti y no se volverán a encontrar. (Apocalipsis 18, 14)

  • Los comerciantes que se enriquecían con este comercio se mantendrán a distancia por miedo a sus tormentos, y llorando y lamentándose, dirán: (Apocalipsis 18, 15)

  • y en un momento tan gran riqueza ha sido destruida! Todos los pilotos, todos los navegantes, los marineros y los que trafican en el mar se mantuvieron a distancia (Apocalipsis 18, 17)

  • Y echándose polvo en sus cabezas, gritaban; y llorando y lamentándose, decían: ¡Ay, ay de la gran ciudad, que con su opulencia enriqueció a cuantos tenían naves en el mar, y en un momento ha sido desolada! (Apocalipsis 18, 19)

  • Pero la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta, que con sus prodigios ante la otra bestia había seducido a los que llevaban la marca de la bestia y habían adorado su estatua. Y fueron arrojadas vivas las dos a un estanque de fuego, de azufre ardiente. (Apocalipsis 19, 20)

  • Prendió al dragón, la antigua serpiente -que es el diablo, Satanás-, lo encadenó por mil años, (Apocalipsis 20, 2)

  • Cuando se hayan cumplido los mil años, Satanás será liberado de su prisión (Apocalipsis 20, 7)

  • y saldrá a seducir a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y Magog, con el fin de reunirlos para la batalla, en número tan grande como la arena del mar. (Apocalipsis 20, 8)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina