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  • Del canastillo de los panes sin levadura, que está ante el Señor, un pan, una torta amasada en aceite y un pastelillo. (Exodo 29, 23)

  • El Señor dijo a Moisés: "Procúrate aromas: resina, ámbar, gálbano perfumado e incienso puro, en partes iguales. (Exodo 30, 34)

  • Cuando el Señor terminó de hablar a Moisés en la montaña del Sinaí, le dio las dos tablas de la ley, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios. (Exodo 31, 18)

  • Moisés, al ver que el pueblo andaba sin freno, y que Aarón lo había abandonado hasta hacerlo la irrisión de sus enemigos, (Exodo 32, 25)

  • Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: "Habéis cometido un gran pecado. Sin embargo, yo voy a subir al Señor; quizá alcance perdón para vuestro pecado". (Exodo 32, 30)

  • Procura estar listo para mañana; sube de madrugada a la montaña del Sinaí y allí, en su cumbre, preséntate a mí. (Exodo 34, 2)

  • Moisés se hizo con dos tablas como las primeras, se levantó de madrugada y subió a la montaña del Sinaí, como se lo había mandado el Señor, llevando consigo las dos tablas de piedra. (Exodo 34, 4)

  • Guardarás la fiesta de los panes sin levadura. Siete días comerás panes sin levadura, como te he mandado, en el tiempo prefijado del mes de abib, porque en el mes de abib saliste de Egipto. (Exodo 34, 18)

  • Moisés estuvo arriba con el Señor cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. Y el Señor escribió en las tablas las palabras de la alianza, las diez palabras. (Exodo 34, 28)

  • Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí trayendo en sus manos las dos tablas de la ley, no sabía que la tez de su cara se había vuelto radiante durante sus conversaciones con el Señor. (Exodo 34, 29)

  • Después se acercaron a él todos los israelitas, y Moisés les ordenó todo lo que le había dicho el Señor en la montaña del Sinaí. (Exodo 34, 32)

  • De este modo todos los hombres y mujeres que se sintieron generosos en contribuir a las obras que el Señor había mandado hacer a Moisés trajeron sus ofrendas voluntarias al Señor. (Exodo 35, 29)


“Temos muita facilidade para pedir, mas não para agradecer”. São Padre Pio de Pietrelcina