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  • Conocemos el orgullo de Moab, el muy orgulloso; su soberbia, su arrogancia, su insolencia, la altivez de su corazón. (Jeremías 48, 29)

  • He aquí el día, ya llega. Tu suerte está echada. Florece la injusticia, ha germinado el orgullo (Ezequiel 7, 10)

  • sino que se llenaron de orgullo y cometieron lo que yo detesto; por eso los aniquilé, como has visto. (Ezequiel 16, 50)

  • Di a la casa de Israel: Esto dice el Señor Dios: Mirad, voy a profanar mi santuario, orgullo de vuestra fuerza, delicia de vuestros ojos, amor de vuestras almas. Vuestros hijos y vuestras hijas, que habéis dejado, caerán a espada. (Ezequiel 24, 21)

  • Tu belleza te llenó de orgullo. Tu esplendor te hizo perder tu sabiduría. Yo te derribé por tierra y te di en espectáculo a los reyes. (Ezequiel 28, 17)

  • Esto dice el Señor: "Caerán los apoyos de Egipto, se desplomará el orgullo de su potencia. Desde Migdol a Siene caerán todos a espada, dice el Señor Dios. (Ezequiel 30, 6)

  • En Tafnis se oscurecerá el día, cuando yo despedace allí el cetro de Egipto y se acabe el orgullo de su fuerza. Un nubarrón la cubrirá y sus hijas irán al destierro. (Ezequiel 30, 18)

  • Abatiré a tu población innumerable por la espada de guerreros, todos ellos los más feroces de los pueblos; aniquilarán el orgullo de Egipto y será exterminada toda su población. (Ezequiel 32, 12)

  • Reduciré la tierra a una soledad desolada y cesará el orgullo de su fuerza. Los montes de Israel serán devastados, sin que haya quien por allí pase. (Ezequiel 33, 28)

  • Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y glorifico al rey del cielo, porque todas sus obras son verdad, todos sus caminos son justicia y porque sabe humillar a los que proceden con orgullo". (Daniel 4, 34)

  • Pero tan pronto como se ensoberbeció su corazón y su espíritu se obstinó en el orgullo, fue depuesto de su trono real y se le quitó su gloria. (Daniel 5, 20)

  • El Señor lo ha jurado por el orgullo de Jacob: Jamás me olvidaré de ninguna de vuestras obras. (Amós 8, 7)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina