Fundar 669 Resultados para: mujer vestida de sol

  • Por lo que toca a vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido. (Efesios 5, 33)

  • Andarán diciendo: "Todo es paz y seguridad"; y entonces, de improviso, les sorprenderá la perdición, como los dolores del parto a la mujer encinta, y no podrán escapar. (I Tesalonicenses 5, 3)

  • La mujer se debe dejar instruir en silencio con toda sumisión. (I Timoteo 2, 11)

  • No tolero que la mujer enseñe, ni que se tome autoridad sobre el marido; que esté callada, (I Timoteo 2, 12)

  • Si alguna mujer tiene viudas en su familia, que procure socorrerlas y no cargue con ellas a la Iglesia, con el fin de que ésta pueda atender a las verdaderamente viudas. (I Timoteo 5, 16)

  • Pero tengo esto contra ti: dejas que Jezabel, esa mujer que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis servidores hasta hacerles vivir en la lujuria y comer las carnes sacrificadas a los ídolos. (Apocalipsis 2, 20)

  • Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza. (Apocalipsis 12, 1)

  • su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó sobre la tierra. El dragón se puso delante de la mujer en trance de dar a luz, para devorar al hijo tan pronto como le diera a luz. (Apocalipsis 12, 4)

  • Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, para ser alimentada allí durante mil doscientos sesenta días. (Apocalipsis 12, 6)

  • El dragón, al verse precipitado sobre la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al varón. (Apocalipsis 12, 13)

  • Pero dieron a la mujer dos alas de águila real para volar al desierto, el lugar donde es alimentada por un tiempo, dos tiempos y medio tiempo lejos de la vista de la serpiente. (Apocalipsis 12, 14)

  • La serpiente arrojó de su boca como un río de agua detrás de la mujer para que el río se la llevase. (Apocalipsis 12, 15)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina