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y el primogénito que ella dé a luz llevará el nombre del hermano muerto, para que su memoria no desaparezca de Israel. (Deuteronomio 25, 6)
El Señor te llevará de nuevo a Egipto por el camino del que yo te había dicho: No lo volverás a ver más. Allí os ofreceréis a vuestros enemigos en venta como esclavos y no encontraréis comprador. (Deuteronomio 28, 68)
Cuando David supo que Saúl tramaba el mal contra él, pidió al sacerdote Abiatar que le llevara el efod. (I Samuel 23, 9)
Si se retira a una ciudad, todo Israel llevará cuerdas a esta ciudad y la arrastraremos al torrente, hasta que no quede en ella ni una piedra". (II Samuel 17, 13)
Cuando pequen contra ti -pues no hay hombre que no peque-, y tú, irritado contra ellos, los entregues al enemigo, que los llevará cautivos a tierra enemiga, lejana o cercana; (I Reyes 8, 46)
Y va a suceder que, cuando yo me separe de ti, el espíritu del Señor te llevará a un lugar que yo no sé, y después de haber ido a dar la nueva a Ajab, él, al no encontrarte, me matará. Con todo, tu siervo teme al Señor desde su mocedad. (I Reyes 18, 12)
Cuando pequen contra ti, pues no hay hombre que no peque, y tú, irritado contra ellos, los entregues al enemigo que los llevará cautivos a tierra enemiga, lejana o cercana, (II Crónicas 6, 36)
Pero cuando Ester fue al rey, el rey ordenó por escrito que el proyecto malvado de Amán contra los judíos se llevara a cabo en él. Amán y sus hijos fueron colgados en la horca. (Ester 9, 25)
¿Quién me llevará hasta una plaza fuerte?, ¿quién me conducirá hasta Edón? (Salmos 108, 11)
que administrara el templo, que se hiciera obedecer por todos, que todos los documentos de la nación fueran realizados en su nombre y que vistiera la púrpura y llevara ornamentos de oro. (I Macabeos 14, 43)
Tres años después, Jasón mandó a Menelao, hermano del tal Simón, para que llevara dinero al rey y gestionara algunos asuntos urgentes y necesarios. (II Macabeos 4, 23)
Sí que he visto que no hay otra felicidad para el hombre que gozarse en sus obras, porque ésta es su condición. Pues, ¿quién le llevará a gozar de lo que vendrá después? (Eclesiastés 3, 22)