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  • Levantad el campamento y dirigíos a la montaña de los amorreos y a todas sus regiones vecinas: la Arabá, la montaña, la Sefela, el Negueb, el litoral, la tierra de los cananeos, el Líbano, hasta el río grande, el Éufrates. (Deuteronomio 1, 7)

  • Antiguamente vivían allí los emitas, pueblo grande, numeroso y de alta estatura, como los anaquitas. (Deuteronomio 2, 10)

  • nación grande, numerosa y de alta estatura, como los anaquitas. El Señor los destruyó ante los amonitas, que los echaron y se establecieron en su lugar; (Deuteronomio 2, 21)

  • En efecto, ¿qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos a ella como lo está de nosotros el Señor, nuestro Dios, siempre que le invocamos? (Deuteronomio 4, 7)

  • ¿Qué nación hay tan grande que tenga leyes y mandamientos tan justos como esta ley que yo os propongo hoy? (Deuteronomio 4, 8)

  • "Pregunta a los tiempos pasados que te han precedido desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra. ¿Desde uno a otro extremo del cielo se ha visto jamás cosa tan grande o se ha oído cosa semejante? (Deuteronomio 4, 32)

  • No tiembles ante ellos, pues está contigo el Señor, tu Dios, el Dios grande y terrible. (Deuteronomio 7, 21)

  • pues el Señor, vuestro Dios, es el Dios de los dioses y Señor de los señores, el Dios grande, fuerte y temible, que no admite acepción de personas ni se deja comprar con regalos. (Deuteronomio 10, 17)

  • No tendrás en tu saco dos pesos, uno grande y otro pequeño. (Deuteronomio 25, 13)

  • No habrá en tu casa dos medidas, una grande y otra pequeña. (Deuteronomio 25, 14)

  • Tomarás de nuevo la palabra y dirás ante el Señor, tu Dios: Mi padre era un arameo errante, que bajó a Egipto. Allí se quedó con unas pocas personas más; pero pronto se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa. (Deuteronomio 26, 5)

  • se llenó de miedo, porque Gabaón era una ciudad importante, una de las ciudades reales, más grande que Ay, y todos sus habitantes eran valientes. (Josué 10, 2)


“Procuremos servir ao Senhor com todo o coração e com toda a vontade. Ele nos dará sempre mais do que merecemos.” São Padre Pio de Pietrelcina