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  • Volvió a concebir y dio a luz un cuarto hijo, y dijo: "Esta vez alabaré al Señor". Por eso le llamó Judá. Después dejó de tener hijos. (Génesis 29, 35)

  • Y ella contestó: "¿Te parece poco haberme quitado a mi marido, que me quieres quitar también las mandrágoras de mi hijo?". Entonces Raquel dijo: "Pues bien, que Jacob duerma contigo esta noche a cambio de las mandrágoras de tu hijo". (Génesis 30, 15)

  • Y dijo: "Dios me ha hecho un buen regalo. Esta vez sí que se quedará conmigo mi marido, porque le he dado seis hijos". Y le llamó Zabulón. (Génesis 30, 20)

  • Después oyó que los hijos de Labán andaban diciendo: "Jacob se ha apoderado de lo que es de nuestro padre; a expensas de nuestro padre ha hecho toda esta riqueza". (Génesis 31, 1)

  • Yo soy el Dios de Betel, en donde tú ungiste aquella estela y donde hiciste la promesa. Ahora levántate, sal de esta tierra y vuelve a tu patria". (Génesis 31, 13)

  • pero ésta había tomado los ídolos y los había escondido debajo de la albarda del camello, sentándose encima de ellos. Labán rebuscó por toda la tienda, pero no los encontró. (Génesis 31, 34)

  • Y añadió: "Aquí están este montón de piedras y esta estela que he levantado entre los dos. (Génesis 31, 51)

  • Este montón de piedras y esta estela son testigos de que yo no los traspasaré en tu dirección ni tú en la mía para hacernos daño. (Génesis 31, 52)

  • Y les dio esta orden: "Así hablaréis a mi señor, Esaú. Éste es el mensaje de tu esclavo Jacob: He vivido en casa de Labán y he estado con él hasta ahora. (Génesis 32, 5)

  • Y al primero le dio esta orden: "Cuando te encuentre mi hermano Esaú y te pregunte: ¿De quién eres, adónde vas y de quién es el ganado que va delante?, (Génesis 32, 18)

  • Ésta es la razón por la que los israelitas, aún hoy, no comen el nervio ciático, que está en la articulación del muslo, porque el ángel dio un golpe a Jacob en la articulación del muslo, en el nervio ciático. (Génesis 32, 33)

  • Siquén dijo a su padre, Jamor: "Tómame esta joven para mujer". (Génesis 34, 4)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina