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  • Cristo, por el contrario, se presentó como sumo sacerdote de los bienes venideros, a través de un tabernáculo más santo y más perfecto, no hecho por mano de hombre, es decir, no de esta creación, (Hebreos 9, 11)

  • diciendo: Ésta es la sangre de la alianza que Dios ha establecido para vosotros. (Hebreos 9, 20)

  • Era, pues, necesario que las figuras de las cosas celestes fuesen purificadas de esta manera, y las realidades mismas celestes lo fuesen también, pero con sacrificios superiores a los de aquí abajo. (Hebreos 9, 23)

  • Y del mismo modo que está establecido para los hombres que mueran una sola vez y después haya un juicio, (Hebreos 9, 27)

  • Entonces dije: Aquí estoy yo para hacer tu voluntad, como en el libro está escrito de mí. (Hebreos 10, 7)

  • Y en virtud de esta voluntad nosotros somos santificados, de una vez para siempre, por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo. (Hebreos 10, 10)

  • Ésta es la alianza que haré con ellos después de estos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en sus corazones (Hebreos 10, 16)

  • Es necesario que seáis constantes en el cumplimiento de la voluntad de Dios, para que alcancéis lo que os está prometido. (Hebreos 10, 36)

  • fijando nuestra mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien, para obtener la gloria que se le proponía, soportó la cruz, aceptando valientemente la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios. (Hebreos 12, 2)

  • porque no podían soportar esta prohibición: El que pise la montaña, incluso si es una bestia, será apedreado. (Hebreos 12, 20)

  • Aquel cuya voz conmovió entonces la tierra nos ha hecho ahora esta promesa: Una vez más conmoveré no sólo la tierra, sino también el cielo. (Hebreos 12, 26)

  • Si alguno de vosotros está falto de sabiduría, que se la pida a Dios -que a todos da con generosidad y sin echarlo en cara-, y le será concedida. (Santiago 1, 5)


“Não abandone sua alma à tentação, diz o Espírito Santo, já que a alegria do coração é a vida da alma e uma fonte inexaurível de santidade.” São Padre Pio de Pietrelcina