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  • Entonces el rey dijo a Sibá: "Todo lo que pertenecía a Meribaal será tuyo". Y Sibá contestó: "A tus pies, gracias por el favor que me haces". (II Samuel 16, 4)

  • Jusay le contestó: "No es bueno el consejo que Ajitófel ha dado esta vez". (II Samuel 17, 7)

  • Llegaron los servidores de Absalón, entraron en la casa de la mujer y le preguntaron: "¿Dónde están Ajimás y Jonatán?". La mujer les contestó: "Pasaron en dirección al río". Los buscaron y, al no encontrarlos, se volvieron a Jerusalén. (II Samuel 17, 20)

  • Joab le contestó: "Si lo has visto, ¿por qué no lo has matado y tirado al suelo? Yo te hubiera dado diez monedas de plata y un cinturón". (II Samuel 18, 11)

  • El centinela dijo: "El modo de correr del primero me parece el modo de correr de Ajimás, hijo de Sadoc". El rey contestó: "Es un hombre bueno; viene para traer buenas noticias". (II Samuel 18, 27)

  • El rey preguntó al cusita: "¿Está bien el joven Absalón?". El cusita contestó: "¡Que corran la suerte de ese joven los enemigos de mi señor, el rey, y todos los que se han levantado contra ti para el mal!". (II Samuel 18, 32)

  • El rey contestó: "Pues que venga conmigo Quimán, y yo haré con él lo que quieras; te concederé todo lo que me pidas". (II Samuel 19, 39)

  • Joab fue, y ella le preguntó: "¿Eres tú Joab?". Él respondió: "Sí". Ella le dijo: "Escucha las palabras de tu sierva". Él contestó: "Escucho". (II Samuel 20, 17)

  • Ella le contestó: "Señor mío, tú me has jurado por el Señor, tu Dios, que tu hijo Salomón te sucederá en el reino y él se sentará sobre tu trono. (I Reyes 1, 17)

  • Ella dijo: "Te voy a pedir una cosa insignificante; no me la niegues". El rey contestó: "Pide, madre mía, que no te lo negaré". (I Reyes 2, 20)

  • Pero el rey les contestó duramente, desechó el consejo de los ancianos, (I Reyes 12, 13)

  • Pero el hombre de Dios le contestó: "Aunque me dieses la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan, ni bebería agua en este lugar; (I Reyes 13, 8)


Uma filha espiritual perguntou a Padre Pio: “O Senhor cura tantas pessoas, por que não cura esta sua filha espiritual?” Padre Pio respondeu-lhe em voz baixa: “E não nos oferecemos a Deus?” São Padre Pio de Pietrelcina