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  • El número de las ratas de oro era igual al de las ciudades de los cinco jefes filisteos, tanto de las ciudades fortificadas como de las ciudades desguarnecidas. La piedra grande sobre la que pusieron el arca del Señor existe todavía hoy en el campo de Josué, el de Bet Semes, como testigo. (I Samuel 6, 18)

  • Los hijos de Jeconías no se alegraron con las gentes de Bet Semes cuando vieron el arca del Señor, y el Señor hirió a setenta hombres de entre ellos. El pueblo hizo gran duelo porque el Señor los había castigado tan duramente. (I Samuel 6, 19)

  • Y las gentes de Bet Semes decían: "¿Quién podrá resistir al Señor, este Dios santo? Y ¿adónde enviaremos el arca, lejos de nosotros?". (I Samuel 6, 20)

  • Y mandaron a decir a las gentes de Quiriat Yearín: "Los filisteos han devuelto el arca del Señor. Venid y llevadla con vosotros". (I Samuel 6, 21)

  • Las gentes de Quiriat Yearín fueron y se llevaron el arca del Señor y la introdujeron en casa de Abinadad, en la colina, y consagraron a su hijo Eliezer para que la cuidara. (I Samuel 7, 1)

  • Pasaron veinte años desde el día en que instalaron el arca del Señor en Quiriat Yearín, y toda la casa de Israel se lamentaba ante el Señor. (I Samuel 7, 2)

  • David, con todo el ejército que le acompañaba, se puso en marcha y fue a Baalá de Judá para traer de allí el arca de Dios, que lleva el nombre del Señor todopoderoso que se sienta sobre los querubines. (II Samuel 6, 2)

  • Colocaron el arca de Dios sobre un carro nuevo y la sacaron de la casa de Abinadab, que está en la colina. Uzá y Ajió, hijos de Abinadab, conducían el carro. (II Samuel 6, 3)

  • Uzá estaba al lado del arca de Dios, y Ajió iba delante del arca. (II Samuel 6, 4)

  • David y toda la casa de Israel iban delante del arca cantando y bailando con todas sus fuerzas al son de las cítaras, arpas, tambores, sistros y címbalos. (II Samuel 6, 5)

  • Cuando llegaron a la era de Nacón, Uzá extendió su mano hacia el arca de Dios para sujetarla porque los bueyes habían tropezado. (II Samuel 6, 6)

  • Entonces la ira del Señor se encendió contra Uzá, lo hirió por la falta cometida, y allí mismo murió junto al arca de Dios. (II Samuel 6, 7)


“Uma só coisa é necessária: estar perto de Jesus”. São Padre Pio de Pietrelcina