Fundar 22 Resultados para: antiguos

  • bendiciones de espigas y frutos, bendiciones de los montes antiguos, delicias de los collados eternos; caigan sobre la cabeza de José, sobre el elegido entre sus hermanos. (Génesis 49, 26)

  • Joaquín, los hombres de Cozebá, Joás y Saraf, que dominaron en Moab antes de volver a Belén. (Estos hechos son antiguos). (I Crónicas 4, 22)

  • Investíguese en el libro de las memorias de tus padres; en ese libro comprobarás que esta ciudad es rebelde y funesta para los reyes y las provincias, y que en ella ya desde tiempos antiguos se han fomentado siempre insurrecciones. Por este motivo justamente fue destruida. (Esdras 4, 15)

  • Ordené que se investigara, y se ha comprobado efectivamente que esa ciudad se ha rebelado desde tiempos antiguos contra los reyes, y que en ella se han fomentado revueltas e insurrecciones; (Esdras 4, 19)

  • Todos sus hermanos, hermanas y antiguos conocidos fueron a visitarle; celebraron un banquete con él en su casa, lo compadecieron y consolaron por todo el mal que el Señor había descargado sobre él, y cada uno le regaló una moneda de plata y un anillo de oro. (Job 42, 11)

  • Oh Dios, hemos oído con nuestros oídos, nos han contado nuestros padres la obra que en sus días hiciste, en los días antiguos, con tu propia mano. (Salmos 44, 2)

  • No cambies los linderos antiguos que pusieron tus padres. (Proverbios 22, 28)

  • No cambies los linderos antiguos y no entres en el campo de los huérfanos, (Proverbios 23, 10)

  • A los antiguos moradores de tu santa tierra, (Sabiduría 12, 3)

  • No perdonó a los antiguos gigantes, que confiados en su fuerza se rebelaron. (Eclesiástico 16, 7)

  • Distinto es el que se aplica a meditar la ley del altísimo. Estudia la sabiduría de todos los antiguos y consagra sus ocios al estudio de los profetas. (Eclesiástico 39, 1)

  • Realmente están locos los jefes de Soán; los sabios consejeros del Faraón dictan necios consejos. ¿Cómo podéis decir al Faraón: Hijo de sabios soy, de antiguos reyes hijo? (Isaías 19, 11)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina