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Pero éstos, al saber que Jonatán había sido preso con todos los que lo acompañaban, se animaron mutuamente y marcharon dispuestos a luchar. (I Macabeos 12, 50)
Cuando los perseguidores los vieron dispuestos a luchar por su vida, se volvieron. (I Macabeos 12, 51)
Pero cuando Trifón supo que Simón había tomado el mando en lugar de su hermano Jonatán y que estaba dispuesto a luchar contra él, le mandó algunos emisarios (I Macabeos 13, 14)
Simón llegó a un acuerdo con ellos y dejó de luchar; pero los echó de la ciudad, purificó las casas donde habían estado los ídolos y entró cantando alabanzas y bendiciones al Señor. (I Macabeos 13, 47)
El año 172, el rey Demetrio reunió un ejército y fue a Media a procurarse ayuda para luchar contra Trifón. (I Macabeos 14, 1)
Entonces surgió Simón para luchar por su pueblo. Se desprendió de muchas de sus propias riquezas procurando armas y pagas a las milicias de su nación. (I Macabeos 14, 32)
Le ordenó acampar frente a Judea, fortificar Cedrón, consolidar sus fuerzas y luchar contra el pueblo. El rey perseguía a Trifón. (I Macabeos 15, 39)
Pero los soldados del Macabeo, después de hacer súplicas y pedir al Señor que viniera a luchar a su lado, atacaron las fortalezas de los idumeos. (II Macabeos 10, 16)
Lo puso todo en manos de Dios y exhortó a sus tropas a luchar heroicamente hasta la muerte por las leyes, por el templo y la ciudad, por la patria y las instituciones de los mayores. (II Macabeos 13, 14)
Animados con estas palabras de Judas, sumamente bellas y aptas para enardecer los corazones de los jóvenes, determinaron no estarse a la espera en el campo, sino más bien lanzarse valerosamente y luchar con todo brío; y así decidieron la causa, pues peligraba la ciudad, las cosas santas y el templo. (II Macabeos 15, 17)
al recibir esta noticia sobre Taraca, rey de Etiopía: "Ha salido a luchar contra ti". Senaquerib, al saberlo, envió otros mensajeros a Ezequías con este encargo: (Isaías 37, 9)
Han dejado de luchar los guerreros de Babilonia, se han refugiado en las fortalezas; están agotadas sus fuerzas, se han convertido en mujeres. Han sido incendiadas sus moradas, hechos pedazos sus cerrojos. (Jeremías 51, 30)