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  • Pero los jefes de Sucot respondieron: "¿Acaso tienes ya en tus manos a Zébaj y a Salmuná, para que debamos suministrar pan a tu ejército?". (Jueces 8, 6)

  • Gedeón se presentó a la gente de Sucot, y dijo: "Aquí están Zébaj y Salmuná, por los que os burlasteis de mí diciendo: ¿Acaso tienes ya en tus manos a Zébaj y a Salmuná para que debamos suministrar pan a tu ejército?". (Jueces 8, 15)

  • ¿Acaso eres tú mejor que Balac, hijo de Sipor, rey de Moab? ¿Ha entrado él en discusión con Israel? ¿Le ha declarado la guerra? (Jueces 11, 25)

  • El espíritu del Señor vino sobre Jefté, que recorrió Galaad y Manasés, pasó a Mispá de Galaad, y de allí al territorio de los amonitas. (Jueces 11, 29)

  • Tenía treinta hijos y treinta hijas. Casó a sus hijas fuera y trajo de fuera mujeres para sus hijos. Fue juez de Israel durante siete años. (Jueces 12, 9)

  • El pueblo, al verlo, alababa a su dios, gritando: "Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo, que asolaba nuestros campos y mató a tantos de los nuestros". (Jueces 16, 24)

  • El quinto día se levantó de madrugada para irse, pero el padre de la joven le dijo: "Come algo antes de salir para recobrar las fuerzas". Y así se les pasó el tiempo, hasta declinar el día, comiendo los dos juntos. (Jueces 19, 8)

  • Entregad a esos hombres perversos que hay en Guibeá para que los matemos y hagamos desaparecer el mal de en medio de Israel". Pero los de Benjamín no hicieron caso a sus hermanos, los israelitas. (Jueces 20, 13)

  • Booz dijo a Rut: "Escucha, hija mía; no vayas a espigar a otro campo y no te alejes de aquí. Sigue los pasos de mis criados. (Rut 2, 8)

  • Booz subió a la puerta de la ciudad y se sentó. Cuando pasó el citado pariente le dijo: "Oye, ven acá y siéntate". Se acercó y se sentó. (Rut 4, 1)

  • Booz se casó con Rut, se unió a ella, y el Señor hizo que concibiese y tuviera un hijo. (Rut 4, 13)

  • Aminadab a Nasón, Nasón a Salmón, (Rut 4, 20)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina