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  • hasta convertiros en modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. (I Tesalonicenses 1, 7)

  • Después nosotros, los vivos, los que estemos hasta la venida del Señor, seremos arrebatados juntamente con ellos entre nubes por los aires al encuentro del Señor. Y ya estaremos siempre con el Señor. (I Tesalonicenses 4, 17)

  • hasta el punto de que nos sentimos orgullosos de vosotros en medio del pueblo de Dios por la fortaleza y por la fe con que soportáis los sufrimientos y las persecuciones. (II Tesalonicenses 1, 4)

  • que se levantará contra todo lo divino y todo lo que tenga carácter religioso, hasta llegar a sentarse en el santuario de Dios, haciéndose pasar a sí mismo por Dios. (II Tesalonicenses 2, 4)

  • Vosotros sabéis muy bien qué es lo que le retiene ahora, impidiendo su aparición hasta su tiempo. (II Tesalonicenses 2, 6)

  • que guardes el mandamiento sin mancha y sin reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, (I Timoteo 6, 14)

  • Ésta es la causa de todos estos sufrimientos; pero no me avergüenzo, pues sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que él puede guardar hasta el último día lo que me ha encomendado. (II Timoteo 1, 12)

  • sino que, tan pronto como llegó a Roma, se puso sin descanso a buscarme hasta que me encontró. (II Timoteo 1, 17)

  • Y ¿a cuál de los ángeles dijo nunca: Siéntate a mi derecha hasta que haga de tus enemigos estrado de tus pies? (Hebreos 1, 13)

  • Porque si la palabra promulgada por los ángeles estaba garantizada hasta el punto de que toda transgresión y desobediencia recibió su justo castigo, (Hebreos 2, 2)

  • Cristo, por el contrario, lo ha sido en calidad de Hijo, al frente de su casa. Y su casa somos nosotros, con tal que permanezcamos inquebrantables hasta el fin, confesando valientemente nuestra fe y confiados en la esperanza que tenemos. (Hebreos 3, 6)

  • Porque hemos llegado a ser partícipes de Cristo, si seguimos manteniendo inquebrantable hasta el fin nuestra fe inicial. (Hebreos 3, 14)


“Agradeça sempre ao Pai eterno por sua infinita misericórdia”. São Padre Pio de Pietrelcina