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Y le sirvieron a él aparte, aparte a ellos, y aparte a los egipcios que comían con él, porque los egipcios no soportan comer con los hebreos, cosa detestable para ellos. (Génesis 43, 32)
Judá dijo: «¿Qué vamos a decir al señor, qué vamos a hablar, qué excusa vamos a dar? Dios ha hallado culpables a sus siervos, y henos aquí como esclavos de nuestro señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder ha aparecido la copa.» (Génesis 44, 16)
Ahora, pues, cuando yo llegue a donde mi padre, tu siervo, y el muchacho no esté con nosotros, tienendo como tiene el alma tan apegada a la suya, (Génesis 44, 30)
Yo te sustentaré allí, pues todavía faltan cinco años de hambre, no sea que quedéis en la miseria tú y tu casa y todo lo tuyo." (Génesis 45, 11)
le decis: "Ganaderos hemos sido tus siervos desde la mocedad hasta ahora, lo mismo que nuestros padres." De esta suerte os quedaréis en el país de Gosen.» Porque los egipcios detestan a todos los pastores de ovejas. (Génesis 46, 34)
Vino, pues, José a dar parte a Faraón, diciendo: «Mi padre, mis hermanos, sus ovejas y vacadas y todo lo suyo han venido de Canaán, y ya están en el país de Gosen.» (Génesis 47, 1)
No había pan en todo el país, porque el hambre era gravísima y tanto Egipto como Canaán estaban muertos de hambre. (Génesis 47, 13)
Tan sólo las tierras de los sacerdotes no se las apropió, porque los sacerdotes tuvieron tal privilegio de Faraón, y comieron de dicho privilegio que les concedió Faraón. Por lo cual no vendieron sus tierras. (Génesis 47, 22)
Y José les impuso por norma, vigente hasta la fecha respecto a todo el agro egipcio, dar el quinto a Faraón. Tan sólo el territorio de los sacerdotes no pasó a ser de Faraón. (Génesis 47, 26)
¡En su conciliábulo no entres, alma mía; a su asamblea no te unas, corazón mío!, porque estando de malas, mataron hombres, y estando de buenas, desjarretaron toros. (Génesis 49, 6)
¡Maldita su ira, por ser tan impetuosa, y su cólera, por ser tan cruel! Los dividiré en Jacob, y los dispersaré en Israel. (Génesis 49, 7)
No se irá de Judá el báculo, el bastón de mando de entre tus piernas. hasta tanto que se le traiga el tributo y a quien rindan homenaje las naciones; (Génesis 49, 10)
