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El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero los preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. (Mateo 13, 22)
¿Qué os parece?» Respondieron ellos diciendo: «Es reo de muerte.» (Mateo 26, 66)
Cuando salía al portal, le vio otra criada y dijo a los que estaban allí: «Este estaba con Jesús el Nazoreo.» (Mateo 26, 71)
Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.» (Marcos 3, 29)
pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. (Marcos 4, 19)
Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!» (Marcos 9, 24)
«Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo. (Marcos 13, 11)
Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?» Todos juzgaron que era reo de muerte. (Marcos 14, 64)
Lo que cayó entre los abrojos, son los que han oído, pero a lo largo de su caminar son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a madurez. (Lucas 8, 14)
Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; (Lucas 10, 41)
Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, (Lucas 12, 11)
Dijo a sus discípulos: «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis: (Lucas 12, 22)