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en orden a dejar cada uno a su siervo o esclava hebreos libres dándoles la libertad de suerte que ningún judío fuera siervo de su hermano. (Jeremías 34, 9)
«Al cabo de siete años cada uno de vosotros dejará libre al hermano hebreo que se le hubiera vendido. Te servirá por seis años, y le enviarás libre de junto a ti.» Pero no me hicieron caso vuestros padres ni aplicaron el oído. (Jeremías 34, 14)
Dijo el rey Sedecías a Jeremías: «Me preocupan los judíos que se han pasado a los caldeos, no vaya a ser que me entreguen en sus manos, y éstos hagan mofa de mí.» (Jeremías 38, 19)
Por eso, he aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que haré oír a Rabbá de los ammonitas el clamoreo del combate y ella parará el montículo de ruinas; y sus hijas serán abrasadas y heredará Israel a los que le heredaron - oráculo de Yahveh -. (Jeremías 49, 2)
Correo al alcance de correo corre, e informador al alcance de informador, para informar al rey de Babilonia que ha sido tomada su ciudad de cabo a cabo, (Jeremías 51, 31)
Zain. Más limpios que la nieve eran sus nazireos, más blancos que la leche; de cuerpo más rojo que corales, un zafiro su figura. (Lamentaciones 4, 7)
ni comprendieron sus senderos. Sus hijos tampoco se preocuparon de ella, quedaron lejos de su camino. (Baruc 3, 21)
Dirás: Así dice el Señor Yahveh a Jerusalén: Por tu origen y tu nacimiento eres del país de Canaán. Tu padre era amorreo y tu madre hitita. (Ezequiel 16, 3)
Hija eres, sí, de tu madre, que dejó de amar a sus maridos y a sus hijos, y hermana de tus hermanas, que dejaron de amar a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre era una hitita y vuestro padre un amorreo. (Ezequiel 16, 45)
Yo había destruido al amorreo delante de ellos, que era alto como la altura de los cedros y fuerte como las encinas; yo había destruido su fruto por arriba y sus raíces por abajo. (Amós 2, 9)
Y yo os hice subir a vosotros del país de Egipto y os llevé por el desierto cuarenta años, para que poseyeseis la tierra del amorreo. (Amós 2, 10)
Yo suscité profetas entre vuestros hijos, y nazireos entre vuestos jóvenes. ¿No es así, hijos de Israel?, oráculo de Yahveh. (Amós 2, 11)
