Fundar 733 Resultados para: ojos

  • He aquí que los ojos del Señor Yahveh están sobre el reino pecador; voy a exterminarlo de la haz de la tierra, aunque no exterminaré del todo a la casa de Jacob - oráculo de Yahveh. (Amós 9, 8)

  • Yo dije: ¡Arrojado estoy de delante de tus ojos! ¿Cómo volveré a contemplar tu santo Templo? (Jonás 2, 5)

  • Ahora se juntan contra ti numerosas naciones; y dicen: «¡Sea profanada, que en Sión se regodeen nuestros ojos!» (Miqueas 4, 11)

  • Lo verá mi enemiga, y se cubrirá de vergüenza, ella que me decía: «¿Dónde está Yahveh tu Dios?» ¡Mis ojos se regodearán en ella cuando sea cosa pisoteada como el fango de las calles! (Miqueas 7, 10)

  • Muy limpio eres de ojos para mirar el mal, ver la opresión no puedes. ¿Por qué ves a los traidores y callas cuando el impío traga al que es más justo que él? (Habacuc 1, 13)

  • Y me dije: «Al menos tú me temerás, aceptarás la corrección; no puede quitarse de sus ojos todo aquello con que yo la he visitado.» Pero ellos han madrugado a corromper todas sus acciones. (Sofonías 3, 7)

  • En aquel tiempo os haré venir, en aquel tiempo os congregaré. Entonces os daré renombre y alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando yo vuelva a vuestros cautivos a vuestros propios ojos, dice Yahveh. (Sofonías 3, 20)

  • ¿Quién queda entre vosotros que haya visto esta Casa en su primer esplendor? Y ¿qué es lo que veis ahora? ¿No es como nada a vuestros ojos? (Ageo 2, 3)

  • Alcé luego mis ojos y tuve una visión: Eran cuatro cuernos. (Zacarías 2, 1)

  • Alcé los ojos y tuve una visión: Era un hombre con una cuerda de medir en la mano. (Zacarías 2, 5)

  • Y he aquí la piedra que yo pongo delante de Josué; en esta única piedra hay siete ojos; yo mismo grabaré su inscripción - oráculo de Yahveh Sebaot - y quitaré la culpa de esta tierra en un solo día. (Zacarías 3, 9)

  • ¿Quién menospreció el día de los modestos comienzos? ¡Se alegrará al ver la plomada en la mano de Zorobabel! « Esos siete son los ojos de Yahveh: ellos recorren toda la tierra.» (Zacarías 4, 10)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina