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  • Entre los habitantes de Iabés de Galaad encontraron cuatrocientas jóvenes vírgenes, que no habían convivido con ningún hombre, y las llevaron al campamento de Silo, que está en el país de Canaán. (Jueces 21, 12)

  • Él exclamó: "¡Que el Señor te bendiga, hija mía! Tú has realizado un segundo acto de piedad filial, mejor que el primero, al no pretender a ningún joven, ni pobre ni rico. (Rut 3, 10)

  • Pero algunos hombres ruines dijeron: "¡Qué va a salvarnos este!". Así lo despreciaron y no le ofrecieron ningún presente. (I Samuel 10, 27)

  • No había entonces ningún herrero en Israel, porque los filisteos decían: "Hay que evitar que los hebreos se forjen espadas y lanzas". (I Samuel 13, 19)

  • Luego mandaré al servidor a buscar la flecha. Si yo le digo: ‘La tienes más acá, recógela’, entonces ven; puedes estar tranquilo y no hay ningún inconveniente, ¡por la vida del Señor! (I Samuel 20, 21)

  • ¿O acaso es esta la primera vez que consulto a Dios por él? ¡No, lejos de mí! Que el rey no levante ningún cargo contra su servidor ni contra toda su casa paterna, porque tu servidor no sabía absolutamente nada de este asunto". (I Samuel 22, 15)

  • Saúl exclamó entonces: "¡He pecado! ¡Vuelve, David, hijo mío! Ya no te haré ningún mal, porque hoy mi vida ha sido preciosa a tus ojos. ¡Sí, he sido un necio, me he equivocado por completo!". (I Samuel 26, 21)

  • David no dejaba que ningún hombre ni mujer fuera llevado con vida a Gat, porque decía: "No vaya a ser que nos denuncien, diciendo lo que ha hecho David". Este fue su modo de proceder todo el tiempo que estuvo en la región de los filisteos. (I Samuel 27, 11)

  • No había en todo Israel un hombre más apuesto que Absalón, ni tan elogiado como él: desde la planta de los pies hasta la cabeza, no tenía ningún defecto. (II Samuel 14, 25)

  • Los gabaonitas le dijeron: "No tenemos con Saúl y su familia ninguna queja por cuestiones de plata y oro, ni tenemos cuestiones con ningún otro hombre en Israel, para hacerlo morir". David respondió: "Haré por ustedes lo que me pidan". (II Samuel 21, 4)

  • Tres días después de mi parto, dio a luz también ella. Estábamos juntas; no había ningún extraño con nosotras en la casa, fuera de nosotras dos. (I Reyes 3, 18)

  • Pero no sometió a esclavitud a ningún israelita, sino que a ellos los empleó como soldados, funcionarios, jefes, escuderos y comandantes de sus carros de guerra y su caballería. (I Reyes 9, 22)


“Cuide de estar sempre em estado de graça.” São Padre Pio de Pietrelcina