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  • Yo digo de Ciro: "¡Mi pastor!". Él cumplirá toda mi voluntad, diciendo de Jerusalén: "¡Que sea reconstruida!", y del Templo: "¡Se pondrán tus cimientos!". (Isaías 44, 28)

  • Yo no hablé en lo secreto, en algún lugar de un país tenebroso. Yo no dije a los descendientes de Jacob: "Búsquenme en el vacío". Yo, el Señor, digo lo que es justo, anuncio lo que es recto. (Isaías 45, 19)

  • Yo anuncio el final desde el comienzo, y desde mucho antes, lo que aún no ha sucedido; yo digo: "Mi designio se cumplirá y haré todo lo que me agrade". (Isaías 46, 10)

  • Yo puse mis palabras en tu boca y te oculté a la sombra de mi mano, mientras planto un cielo y fundo una tierra, y digo a Sión: "¡Tú eres mi Pueblo!". (Isaías 51, 16)

  • Sin embargo, escucha bien esta palabra que yo digo a tus oídos, y a los oídos de todo el pueblo: (Jeremías 28, 7)

  • Jeremías respondió a Sedecías: "Si te la digo, seguro que me harás morir; y si te doy un consejo, no me escucharás". (Jeremías 38, 15)

  • Jeremías respondió: "No te entregarán. Escucha entonces la voz del Señor en esto que yo te digo; así te irá bien y estará a salvo tu vida. (Jeremías 38, 20)

  • Si yo digo al justo: "Vivirás", pero él, confiado en su justicia, comete una iniquidad, no quedará ningún recuerdo de su justicia: él morirá por la iniquidad que cometió. (Ezequiel 33, 13)

  • Por el contrario, si digo al malvado: "Morirás", pero él se convierte de su pecado y practica el derecho y la justicia: (Ezequiel 33, 14)

  • y no se contenten con decir: "Tenemos por padre a Abraham". Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. (Mateo 3, 9)

  • Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, será condenado por el tribunal. Y todo aquel que lo insulta, será castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, será condenado a la Gehena de fuego. (Mateo 5, 22)

  • Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. (Mateo 5, 28)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina