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  • Los entregaré a sus enemigos, y sus cadáveres serán pasto de las aves y de las fieras. (Jeremías 34, 20)

  • pensando en tu cerro desolado, donde merodean las fieras. (Lamentaciones 5, 18)

  • Imagínate que en ese país suelto animales feroces para que quede sin hijos y se convierta en un desierto, el que nadie podrá atravesar por miedo a esas fieras salvajes. (Ezequiel 14, 15)

  • Esto dice el Señor: He enviado en contra de Jerusalén a mis cuatro terribles castigos: la espada, el hambre, las fieras feroces y la peste, porque quiero acabar con hombres y animales. (Ezequiel 14, 21)

  • Te arrojaré al suelo seco junto con los peces de tus canales, quedarás tirado en el suelo sin que nadie te levante o recoja. Te entregaré como carroña a las fieras de la tierra y a los pájaros del cielo. (Ezequiel 29, 5)

  • Los pájaros del cielo se posan sobre sus restos y las fieras salvajes se instalan en medio de sus ramas. (Ezequiel 31, 13)

  • Te dejaré botado en el suelo, te esparciré por los campos, haré que sobre ti bajen los pájaros del cielo, las fieras de la tierra te devorarán. (Ezequiel 32, 4)

  • Añadirás: Esto dice Yavé: Tan cierto como que vivo que los que viven entre ruinas caerán a espada, los que viven en el campo serán devorados por las fieras salvajes y los que viven en guaridas y en cavernas morirán de peste. (Ezequiel 33, 27)

  • Sin pastores, mis ovejas se han dispersado: siendo así presa fácil de las fieras salvajes. (Ezequiel 34, 5)

  • Tan cierto como que yo vivo, dice Yavé, que si mis ovejas quedaron expuestas a los ladrones, si se convirtieron en presa de las fieras salvajes, la culpa es de los pastores. Mis pastores no se preocuparon de mis ovejas, se preocuparon de sí mismos pero no del rebaño. (Ezequiel 34, 8)

  • Firmaré con ellas una alianza de paz, haré que desaparezcan del país las fieras salvajes; mis ovejas podrán quedarse en el desierto y dormir en los bosques. (Ezequiel 34, 25)

  • Ya no serán más presa de las naciones, ni los devorarán más las fieras salvajes, sino que vivirán en paz y nadie vendrá a molestarlos. (Ezequiel 34, 28)


“Quando te encontrares diante de Deus, na oração considera-te banhado na luz da verdade, fala-lhe se puderes, deixa simplesmente que te veja e não tenhas preocupação alguma”. São Padre Pio de Pietrelcina