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José reconoció a sus hermanos, pero no se lo dio a entender, sino que más bien los trató duramente. Les preguntó: «¿De dónde vienen ustedes?» Respondieron ellos: «Venimos de la tierra de Canaán a comprar grano para comer.» (Génesis 42, 7)
Por esto, hicieron llamar a los jefes de las ciudades de los filisteos, a los cuales dijeron: «Devuelvan el Arca del Dios de Israel; que vuelva a su lugar y no nos haga morir a todos.» Porque se difundía por todas las ciudades el terror de la muerte, ya que la mano de Dios se había sentido duramente allí. (1 Samuel 5, 11)
Mi padre los trató duramente, pero yo los trataré peor. Mi padre los azotaba con látigos y yo pondré a las cuerdas ganchitos de hierro.» (1 Reyes 12, 11)
Obraste milagros y prodigios contra el faraón, contra sus ministros y todo su pueblo, pues supiste que nos habían tratado duramente, y te has hecho famoso hasta el día de hoy. (Nehemías 9, 10)
Así los habrás castigado duramente por su rebeldía y por no haber salido a tu encuentro pacíficamente.» (Judit 7, 15)
Si has hablado duramente, no temas: es posible la reconciliación. Pero si se trata de ultrajes, de desprecios, de un secreto traicionado o de un golpe traicionero, cualquier amigo se irá. (Sirácides (Eclesiástico) 22, 22)
Tan cierto como que vivo que reinaré sobre ustedes a la fuerza, castigándolos duramente, y haré que experimenten el peso de mi cólera. (Ezequiel 20, 33)
Haré que salgan de todos los pueblos y los reuniré de todos esos países en donde, en mi cólera, los había dispersado a la fuerza, castigándolos duramente. (Ezequiel 20, 34)
Ustedes se expresan de mí muy duramente, dice Yavé, a pesar de que tratan de excusarse de que nada malo han dicho de mí. (Malaquías 3, 13)
La barca en tanto estaba ya muy lejos de tierra, y las olas le pegaban duramente, pues soplaba el viento en contra. (Evangelio según San Mateo 14, 24)
Cuando salió de allí, los maestros de la Ley y los fariseos comenzaron a hostigarlo muy duramente. Le pedían su parecer sobre un montón de cosas y le ponían trampas para sorprenderlo en alguna de sus respuestas. (Evangelio según San Lucas 11, 53)
Fueron a la prisión acompañados por un grupo de amigos de Pablo y les pidieron que se marcharan, diciéndoles: «¡Cómo íbamos a pensar que ustedes fueran muy buena gente!» Y cuando Pablo y Silas estaban para irse, les rogaron: «Ahora que se van libres, por favor, no nos hagan problemas por haberles hablado duramente». (Hecho de los Apóstoles 16, 39)