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  • y su respuesta fue: «Estos marchan en dirección de los cuatro puntos cardinales después de haberse presentado al Señor del mundo entero. Los caballos rojos se dirigen al oriente, (Zacarías 6, 5)

  • Destruirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén. Entonces se podrá romper el arco con flechas, pues él dictará la paz a las naciones. Extenderá su dominio de un mar al otro mar, y desde el Eufrates hasta el fin del mundo. (Zacarías 9, 10)

  • Ese día, dice Yavé, sembraré la confusión entre los caballos y volveré locos a sus jinetes. Dejaré ciegos a todos los pueblos y cuidaré de la casa de Juda. (Zacarías 12, 4)

  • Una peste parecida atacará a los caballos, a las mulas, a los camellos, a los burros; en fin, a todos los animales que estén en sus campamentos. (Zacarías 14, 15)

  • En ese día, hasta los cascabeles de los caballos llevarán escrito: «Consagrado a Yavé.» Las ollas del Templo de Yavé serán tan sagradas como las copas que se usan para esparcir la sangre ante el altar. (Zacarías 14, 20)

  • Estas langostas se parecen a caballos aparejados para la guerra. Pareciera que tienen en la cabeza coronas de oro y rostros como de seres humanos; (Apocalipsis 9, 7)

  • Tienen corazas de hierro y sus alas hacen el mismo ruido que un ejército de carros con muchos caballos que corren al combate. (Apocalipsis 9, 9)

  • Así vi a los caballos y a los que los montaban: tenían corazas color fuego, jacinto y azufre; las cabezas de los caballos son como cabezas de leones y de sus bocas sale fuego, humo y azufre. (Apocalipsis 9, 17)

  • La tercera parte de la humanidad fue exterminada por estas tres plagas: fuego, humo y azufre, que salían de la boca de los caballos. (Apocalipsis 9, 18)

  • Es temible la boca de los caballos, pero también lo son las colas. Pues las colas son como serpientes y terminan en cabezas con las que causan daño. (Apocalipsis 9, 19)

  • Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y del lagar brotó tanta sangre que llegó hasta la altura de los frenos de los caballos, en una extensión de mil seiscientos estadios. (Apocalipsis 14, 20)

  • especias, perfumes, mirra e incienso; vino y aceite, harina y trigo, vacunos y corderos, caballos y carruajes, esclavos y mercadería humana. (Apocalipsis 18, 13)


“O Anjo de Deus não nos abandona jamais.” São Padre Pio de Pietrelcina