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  • Yavé, tú tienes siempre la razón cuando yo hablo contigo, y, sin embargo, hay un punto que quiero discutir: ¿Por qué tienen suerte los malos y son felices los traidores? (Jeremías 12, 1)

  • Entonces la muchacha bailará de alegría, jóvenes y viejos vivirán felices; cambiaré su tristeza en alegría, los consolaré, los haré reír después de sus penas. (Jeremías 31, 13)

  • Sea como sea, bueno o malo, seguiremos la voz de Yavé, nuestro Dios, con el cual te mandamos a conversar. Así seremos felices por haber obedecido lo que nos mandaba Yavé, nuestro Dios.» (Jeremías 42, 6)

  • pues nosotros continuaremos haciendo lo que hemos decidido: ofreceremos incienso a la reina del cielo y derramaremos vino en su honor como lo hacíamos nosotros, nuestros padres, nuestros reyes y príncipes en las ciudades de Judá y en los barrios de Jerusalén. Entonces teníamos harto pan, éramos felices y en todo nos iba bien. (Jeremías 44, 17)

  • Sus adversarios la vencieron y ahora se sienten felices, pues Yavé la castigó por sus muchos pecados; sus niños marcharon al destierro empujados por el enemigo. (Lamentaciones 1, 5)

  • ¡Felices somos, Israel ppues sabemos nosotros lo que gusta al Señor! (Baruc 4, 4)

  • Levántante, Jerusalén, ponte en lo alto, mira al oriente y ve a tus hijos reunidos del oriente al poniente por la voz del Santo, felices porque Dios se acordó de ellos. (Baruc 5, 5)

  • Por eso, ahora, ustedes llaman felices a los que no tienen religión, pues los que actúan mal tienen éxito en todo, e incluso si provocan a Dios, no les pasa nada.» (Malaquías 3, 15)

  • «Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos. (Evangelio según San Mateo 5, 3)

  • Felices los que lloran, porque recibirán consuelo. (Evangelio según San Mateo 5, 4)

  • Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. (Evangelio según San Mateo 5, 5)

  • Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. (Evangelio según San Mateo 5, 6)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina