Salmos, 95
5. Suyo es el mar, él fue quien lo creó, y la tierra firme, que formaron sus manos.
5. Suyo es el mar, él fue quien lo creó, y la tierra firme, que formaron sus manos.
El Salmo 95 es una invitación a adorar y alabar a Dios por su grandeza, poder y cuidado de su pueblo. Los versos a continuación fueron seleccionados para lidiar con los mismos temas de adoración, alabanza y reconocimiento de la soberanía de Dios.
Isaías 25:1: "Oh Señor, eres mi Dios; te exaltaré y alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus antiguos consejos son verdaderos y firme". Este versículo es una expresión de adoración y alabanza a Dios por sus maravillas y por la verdad y la firmeza de su antiguo consejo, así como el Salmo 95.
Apocalipsis 5:13: "Y escuché a todas las criaturas que se encuentran en el cielo, en la tierra, y debajo de la tierra, y que están en el mar, y a todas las cosas en ellas, por decir, a lo que está sentado en el Trono, y para el Cordero, ser alabanza, honor, y gloria, y dominio durante los siglos de siglos ". Este versículo también es una expresión de adoración y alabanza a Dios y al Cordero (Jesucristo) por su soberanía y dominio.
1 Crónicas 16:29: "Impulsar al Señor la gloria debido a su nombre; traiga ofrenda e ingrese a sus atrios". Este versículo insta a las personas a darle al Señor la gloria debido a ellos y a ofrecer ofrendas en su hogar de adoración, como en el Salmo 95.
Isaías 12:4: "Y dirás ese día, das gracias al Señor, invoca su nombre, haz que tus acciones se manifiesten entre los pueblos, proclamen que tu nombre se exalta". Este versículo es una exhortación para proclamar el nombre de Dios y sus obras a todos los pueblos, como en el Salmo 95.
Hebreos 4:7: "Una vez más determina un día hoy, diciéndole a David, después de tanto tiempo, como él ha dicho antes: Hoy, si escuchas tu voz, no endurecen tus corazones". Este versículo se refiere al llamado de Dios para adorarlo hoy, en una invitación similar a la del Salmo 95 para escuchar su voz y no endurecer su corazón.
“Feliz a alma que atinge o nível de perfeição que Deus deseja!” São Padre Pio de Pietrelcina
