Encontrados 146 resultados para: tenían

  • Los que estaban al frente del banquete sacrílego, llevados de la antigua amistad que con él tenían, le tomaron aparte y le instaban a que se hiciera llevar manjares permitidos, preparados por él mismo, a fin de simular que había comido de los manjares de los sacrificios, según el edicto del rey. (II Macabeos 6, 21)

  • Haciendo así, se libraría de la muerte. Le hacían este favor por la amistad antigua que tenían con él. (II Macabeos 6, 22)

  • Y el que se había propuesto pagar el tributo debido a los romanos con la venta de los que estaban en Jerusalén, afirmaba ahora que los judíos eran invencibles e invulnerables, pues tenían a Dios que luchaba por ellos, y cumplían las leyes impuestas por aquél. (II Macabeos 8, 36)

  • Lisias, que era hombre cuerdo, meditando su derrota y viendo que los hebreos eran invencibles, ya que tenían por aliado al mismo Dios omnipotente, (II Macabeos 11, 13)

  • Además, los habitantes de Jafa cometieron un enorme crimen. Con el pretexto de agasajar a los judíos que vivían entre ellos, los invitaron a subir con sus mujeres y sus hijos a una nave que tenían preparada, como si no tuvieran contra ellos intención alguna hostil. (II Macabeos 12, 3)

  • Porque al tener que sufrir y al verse castigados por aquellos mismos seres que tenían por dioses, llegaron a reconocer por Dios verdadero al que antes no querían conocer; por esto cayó sobre ellos la suprema condenación. (Sabiduría 12, 27)

  • Todos sin excepción tenían muertos innumerables, heridos por un mismo género de muerte; y los vivos no bastaban para enterrarlos, ya que, en un instante, lo más noble de su linaje había sido destruido. (Sabiduría 18, 12)

  • Se ha agotado el vino, se ha marchitado la viña; gimen todos los que tenían el corazón alegre. (Isaías 24, 7)

  • Por entonces también salió de Egipto el ejército del Faraón, y, al enterarse de ello los caldeos, que tenían puesto el cerco a Jerusalén, se retiraron de la ciudad. (Jeremías 37, 5)

  • Debajo de las alas, en los cuatro lados, salían manos humanas; los cuatro tenían el mismo aspecto y las alas de iguales dimensiones. (Ezequiel 1, 8)

  • En cuanto a su semblante, presentaban cara humana, pero los cuatro tenían cara de león a la derecha, cara de toro a la izquierda y los cuatro también cara de águila. (Ezequiel 1, 10)

  • El aspecto de las ruedas, su estructura, resplandecía como el crisólito. Tenían las cuatro la misma forma y parecían dispuestas como si una estuviese en medio de la otra. (Ezequiel 1, 16)


“Para mim, Deus está sempre fixo na minha mente e estampado no meu coração.” São Padre Pio de Pietrelcina