Encontrados 869 resultados para: espada del Espíritu

  • Balaán respondió a la burra: "Porque te burlas de mí. Si tuviera a mano una espada, ahora mismo te mataba". (Números 22, 29)

  • El Señor abrió los ojos de Balaán y vio al ángel del Señor apostado en el camino con la espada desenvainada en la mano. Balaán se inclinó y se postró en tierra. (Números 22, 31)

  • Levantó los ojos y vio a Israel acampado por tribus; el espíritu del Señor vino sobre él, (Números 24, 2)

  • El Señor respondió a Moisés: "Toma a Josué, hijo de Nun, sobre quien reside el espíritu, y pon tu mano sobre él. (Números 27, 18)

  • Mataron además a los reyes de Madián, Eví, Requen, Sur, Jur y Reba, cinco reyes de Madián. Pasaron también al filo de la espada a Balaán, hijo de Beor. (Números 31, 8)

  • Pero Sijón, rey de Jesbón, no nos permitió pasar por sus dominios, pues el Señor, tu Dios, había hecho inflexible su espíritu y había endurecido su corazón, con el fin de ponerlo en tus manos, como aún lo está hoy. (Deuteronomio 2, 30)

  • pasarás al filo de la espada a todos los habitantes de aquella ciudad, la darás al exterminio a ella y a todo lo que hay en ella. (Deuteronomio 13, 16)

  • El Señor, tu Dios, te la pondrá en tus manos, y pasarás al filo de la espada a todos sus varones. (Deuteronomio 20, 13)

  • Fuera herirá la espada; dentro, el espanto. Morirán el muchacho y la muchacha, el niño de pecho y el anciano encanecido. (Deuteronomio 32, 25)

  • cuando afile mi espada fulgurante y empiece a hacer justicia, tomaré venganza de mis enemigos y daré su merecido a los que me odian. (Deuteronomio 32, 41)

  • Emborracharé de sangre mis flechas y mi espada se hartará de carne; sangre de heridos y cautivos, cabezas de jefes enemigos. (Deuteronomio 32, 42)

  • ¡Dichoso tú, Israel! ¿Quién como tú, pueblo vencedor? Dios es el escudo que te protege, la espada en marcha que te conduce al triunfo. Te adularán tus enemigos para corromperte, pero tú aplastarás su orgullo". (Deuteronomio 33, 29)


“Caminhe com alegria e com o coração o mais sincero e aberto que puder. E quando não conseguir manter esta santa alegria, ao menos não perca nunca o valor e a confiança em Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina