Encontrados 317 resultados para: eran

  • El oro mismo que los reviste para embellecerlos no brillaría si no hubiera quien les limpiara la herrumbre. Ni cuando eran fundidos se daban cuenta. (Baruc 6, 23)

  • Sus piernas eran rectas y sus pies semejantes a las pezuñas de un toro, relucientes como bronce bruñido. (Ezequiel 1, 7)

  • Aquellos seres eran los mismos que yo había visto debajo del Dios de Israel, junto al río Quebar, y comprendí que eran querubines. (Ezequiel 10, 20)

  • Sus caras eran como aquellas que yo había visto junto al río Quebar. Cada uno marchaba de frente. (Ezequiel 10, 22)

  • Y llegué a darles preceptos que no eran buenos y leyes por las cuales no podrían vivir; (Ezequiel 20, 25)

  • Sus nombres eran: Oholá, la mayor, y Oholibá, su hermana. Fueron mías, y dieron a luz hijos e hijas. Sus nombres correspondían: Oholá a Samaría, Oholibá a Jerusalén. (Ezequiel 23, 4)

  • con cinto en las caderas, amplios turbantes en sus cabezas, con aspecto de grandes señores todos ellos; eran retratos de babilonios, cuyo país de origen es Caldea. (Ezequiel 23, 15)

  • Los habitantes de Sidón y de Arvad eran tus remeros; los más expertos que tenías, oh Tiro, eran tus timoneles. (Ezequiel 27, 8)

  • Gentes de Persia, de Lidia y Libia servían en tu ejército, eran tus guerreros. Colgaban en ti el yelmo y el escudo y te daban esplendor. (Ezequiel 27, 10)

  • Arabia y todos los príncipes de Cedar eran tus clientes y traficaban contigo corderos, carneros y machos cabríos. (Ezequiel 27, 21)

  • Las salas del pórtico oriental eran tres por un lado y tres por el otro, todas ellas de la misma medida, así como tenían también la misma medida las pilastras de los dos lados. (Ezequiel 40, 10)

  • Sus salas eran tres por ambos lados, y sus pilastras y vestíbulos tenían las mismas dimensiones que el primer pórtico: veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho. (Ezequiel 40, 21)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina