Encontrados 335 resultados para: dioses extranjeros

  • No siendo otra cosa que madera, dorada o plateada, fácilmente se puede deducir de aquí que no son más que mentira. Para todos, naciones y reyes, resultará claro que no son dioses, sino hechura de manos de hombres, y que en ellos no hay ninguna operación divina. (Baruc 6, 50)

  • ¿A quién, pues, no parecerá evidente que no son dioses? (Baruc 6, 51)

  • Y si llega a prenderse fuego el templo de esos dioses de madera, dorados o plateados, sus sacerdotes escaparán y se pondrán a salvo; pero ellos se quedarán como postes, presa de las llamas. (Baruc 6, 54)

  • ¿Cómo, pues, creer o pensar que son dioses? (Baruc 6, 56)

  • No pueden defenderse de ladrones ni de salteadores estos dioses de madera, plateados o dorados; aquéllos, más fuertes que ellos, les quitan el oro, la plata y los vestidos que los recubren, y se van con ello sin que los dioses puedan socorrerse a sí mismos. (Baruc 6, 57)

  • Mucho mejor es ser un rey que demuestra su poder o un utensilio provechoso en una casa, del cual se sirve su dueño, que no estos falsos dioses; o una puerta en una casa, que pone en seguro cuanto hay dentro de ella, que no estos falsos dioses; o un poste de madera en un palacio, que no estos falsos dioses. (Baruc 6, 58)

  • Pero estos dioses no pueden compararse a ninguna de estas cosas, ni en belleza ni en potencia. (Baruc 6, 62)

  • Así que no s puede creer ni pensar que sean dioses, cuando no pueden hacer justicia ni proporcionar bien alguno a los hombres. (Baruc 6, 63)

  • Sabiendo, pues, que no son dioses, no los temáis. (Baruc 6, 64)

  • Por ningún lado, pues, aparece que sean dioses. Así que no los temáis. (Baruc 6, 68)

  • Como un espantajo en un melonar, que no guarda nada, así son sus dioses de madera, dorados o plateados. (Baruc 6, 69)

  • Como un espino en un huerto, en el que todos los pájaros vienen a posarse; en fin, como un muerto echado en la oscuridad, así son sus dioses de madera, dorados y plateados. (Baruc 6, 70)


“Deus não opera prodígios onde não há fé.” São Padre Pio de Pietrelcina