Encontrados 1411 resultados para: Ner

  • Tíquico, hermano muy querido, fiel ministro del Señor y compañero de trabajo, os contará cómo van todas mis cosas; (Colosenses 4, 7)

  • Os saluda Aristarco, mi compañero de prisión, y Marcos, el primo de Bernabé, de quien recibisteis instrucciones (si recurre a vosotros, acogedle), (Colosenses 4, 10)

  • Vosotros sois testigos, y también Dios, de que nos comportamos con vosotros, los creyentes, de una manera noble, justa e irreprochable. (I Tesalonicenses 2, 10)

  • Durante nuestra estancia entre vosotros os predecíamos ya que habríamos de tener tribulaciones, como realmente ha sucedido. Bien lo sabéis. (I Tesalonicenses 3, 4)

  • En fin, hermanos, os pedimos y os exhortamos en el nombre de Jesús, el Señor, a que os portéis de la manera que os enseñamos para agradar a Dios; ya lo hacíais, pero hacedlo todavía mejor. (I Tesalonicenses 4, 1)

  • que cada uno de vosotros sepa tratar su propio cuerpo de una manera digna y honesta, (I Tesalonicenses 4, 4)

  • Por esto he obtenido yo misericordia, para que Jesucristo demostrase en mí su generosidad para ejemplo de los que por creer en él conseguirán la vida eterna. (I Timoteo 1, 16)

  • del que yo he sido nombrado pregonero y apóstol -digo verdad, no miento-, para instruir a los paganos en la fe y en la verdad. (I Timoteo 2, 7)

  • De la misma manera, que las mujeres se presenten vestidas con decencia, con recato y modestia, no con peinados llamativos, ni con oro, perlas o vestidos costosos, (I Timoteo 2, 9)

  • Para ser inscrita en el grupo de las viudas, ha de tener por lo menos sesenta años, haberse casado una sola vez (I Timoteo 5, 9)

  • Los presbíteros que cumplen bien su misión son merecedores de una doble remuneración, especialmente los que se ocupan de la predicación y la enseñanza. (I Timoteo 5, 17)

  • Debemos contentarnos con tener lo suficiente para comer y vestir. (I Timoteo 6, 8)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina