Encontrados 236 resultados para: Ellas
Dalila tomó sogas nuevas, lo ató con ellas, y le gritó: "¡Sansón, los filisteos!". Tenía gentes escondidas en su habitación, pero él rompió las cuerdas que tenía sobre los brazos como si fueran un hilo. (Jueces 16, 12)
Entonces Sansón dijo al joven que lo llevaba de la mano: "Llévame hasta las columnas sobre las que descansa el edificio para que pueda apoyarme en ellas". (Jueces 16, 26)
Sansón palpó las dos columnas centrales sobre las que descansaba el edificio, e hizo fuerza sobre ellas, sobre una con la mano derecha y sobre la otra con la mano izquierda. (Jueces 16, 29)
Tomó doscientas monedas de plata y se las dio al fundidor, el cual hizo con ellas una imagen tallada y chapeada, que fue colocada en la casa de Micá. (Jueces 17, 4)
Los de Benjamín lo hicieron así y tomaron de entre las que bailaban una cada uno. Después volvieron cada uno a su heredad, edificaron las ciudades y se establecieron en ellas. (Jueces 21, 23)
Y las besó. Entonces ellas se echaron a llorar y le dijeron: "No, iremos contigo a tu pueblo". (Rut 1, 10)
Ellas se echaron nuevamente a llorar. Después Orfá besó a su suegra y volvió a su pueblo, pero Rut se echó en brazos de Noemí. (Rut 1, 14)
Ellas respondieron: "Sí, aquí está. Acaba de llegar a la ciudad, porque hoy hay un sacrificio por el pueblo en el alto. (I Samuel 9, 12)
Los jefes de los filisteos hacían incursiones, y en todas ellas David obtenía mayor éxito que todos los demás servidores de Saúl. Y así su nombre se hizo muy famoso. (I Samuel 18, 30)
Cuando los israelitas del otro lado del valle y de la Transjordania vieron que los israelitas habían huido y que Saúl y sus tres hijos habían muerto, abandonaron también ellos sus ciudades y se dieron a la fuga. Los filisteos vinieron y se establecieron en ellas. (I Samuel 31, 7)
David entró en su palacio, en Jerusalén. Y el rey tomó a las diez concubinas que había dejado para guardar el palacio y las puso bajo su guardia. Él proveyó a su sustento, pero no volvió a tener relaciones con ellas, y estuvieron encerradas, como viudas, hasta el día de su muerte. (II Samuel 20, 3)
y una de ellas dijo: "¡Con permiso, señor mío! Esta mujer y yo vivimos en la misma casa, y yo di a luz junto a ella en casa. (I Reyes 3, 17)