Encontrados 678 resultados para: ves

  • Si ustedes se fijan en el que está muy bien vestido y le dicen: «Siéntate aquí, en el lugar de honor», y al pobre le dicen: «Quédate allí, de pie», o bien: «Siéntate a mis pies», (Santiago 2, 3)

  • ¿Ves cómo la fe no estaba separada de las obras, y por las obras alcanzó su perfección? (Santiago 2, 22)

  • Porque sus riquezas se han echado a perder y sus vestidos están roídos por la polilla. (Santiago 5, 2)

  • Esta salvación ha sido el objeto de la búsqueda y la investigación de los profetas que vaticinaron sobre la gracia destinada a ustedes. (I Pedro 1, 10)

  • Que su elegancia no sea el adorno exterior -consistente en peinados rebuscados, alhajas de oro y vestidos lujosos- (I Pedro 3, 3)

  • a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca. En ella, unos pocos -ocho en total- se salvaron a través del agua. (I Pedro 3, 20)

  • Me alegré mucho cuando llegaron algunos hermanos y dieron testimonio de tu adhesión a la verdad, porque efectivamente tú vives de acuerdo con ella, (III Juan 1, 3)

  • y en medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo de hombre, revestido de una larga túnica que estaba ceñida a su pecho con una faja de oro. (Apocalipsis 1, 13)

  • Escribe al Ángel de la Iglesia de Sardes: «El que posee los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, afirma: "Conozco tus obras: aparentemente vives, pero en realidad estás muerto. (Apocalipsis 3, 1)

  • Sin embargo, tienes todavía en Sardes algunas personas que no han manchado su ropa: ellas me acompañarán vestidas de blanco, porque lo han merecido. (Apocalipsis 3, 4)

  • El vencedor recibirá una vestidura blanca, nunca borraré su nombre del Libro de la Vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y de sus Ángeles". (Apocalipsis 3, 5)

  • Por eso, te aconsejo: cómprame oro purificado en el fuego para enriquecerte, vestidos blancos para revestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez, y un colirio para ungir tus ojos y recobrar la vista. (Apocalipsis 3, 18)


“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraquíssimo com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina