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I Corintios, 15

54. Cuando esto corruptible se vista de incorruptibilidad y esto mortal de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que dice la Escritura: La muerte ha sido destruida por la victoria.

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1 Corintios 15 trata principalmente de la resurrección de los muertos y la victoria sobre la muerte a través de la resurrección de Cristo. Los siguientes versos están relacionados con este tema:

João 11:25-26: "Disse-lhe Jesus: Eu sou a ressurreição e a vida. Aquele que crê em mim, ainda que esteja morto, viverá; e todo aquele que vive, e crê em mim, nunca morrerá. Crês tu ¿eso?" Estos versos hablan de la promesa de la vida eterna a través de la fe en Jesús y su resurrección.

Romanos 6:5: "Porque estábamos unidos con él a semejanza de su muerte, ciertamente también estaremos a semejanza de su resurrección". Este versículo destaca la conexión entre la muerte y la resurrección de Cristo y nuestra propia resurrección.

Filipenses 3:21: "Eso transformará nuestro cuerpo deducido, para ser de acuerdo con su glorioso cuerpo, de acuerdo con su poder efectivo para someterle todas las cosas". Este versículo habla de la transformación de nuestro cuerpo a la glorificación, de acuerdo con el cuerpo resucitado de Cristo.

1 Tesalonicenses 4:16-17: "Porque el Señor descenderá del cielo con un gran llanto, a la voz del Arcángel, al sonido de la trompeta de Dios, y los que murieron en Cristo criarán primero. Seremos arrebatados. Junto con ellas en las nubes para encontrarse con el Señor en el aire, por lo que siempre estaremos con el Señor ". Este versículo habla de la resurrección de los muertos en Cristo, que precede al rapto de los fieles para estar con el Señor para siempre.

Apocalipsis 21:4: "Él se limpiará toda la lágrima de sus ojos, y no habrá muerte, ni llanto, ni llanto, ni dolor, porque las primeras cosas pasan". Este versículo habla sobre la vida eterna en la que no habrá más muerte, tristeza o dolor, sino la alegría y la paz que derivan de la victoria sobre la muerte lograda por la resurrección de Cristo.





“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina