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Isaías, 62

11. Esto es lo que el Señor hace oír hasta el extremo de la tierra: "Digan a la hija de Sión: Ahí llega tu Salvador; el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.

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Isaías 62 es un capítulo que habla sobre la restauración de Jerusalén y la gloria de Sión. El profeta Isaías insta a las personas a no callarse y a llorar por justicia, prometiendo que Dios restaurará la ciudad y traerá la salvación. Además, habla sobre la importancia del pacto de Dios con Israel y la bendición que trae. A continuación hay cinco versículos relacionados con los temas abordados en Isaías 62:

Salmo 122:6: "Ore por la paz de Jerusalén; los que te aman prosperarán". Este versículo es un ejemplo de cómo el pueblo de Dios está llamado a rezar por la paz y la prosperidad de Jerusalén, que es una ciudad muy importante para la fe judía y cristiana.

Gálatas 4:26: "Pero Jerusalén es de arriba es libre; que es la madre de todos nosotros". Aquí Pablo habla sobre Jerusalén celestial, que es gratuita y representa la salvación que Dios ofrece a todos sus hijos.

Salmo 87:2-3: "El Señor ama a las puertas de Sión más que todas las viviendas de Jacob. Se dicen cosas gloriosas de ti, oh Ciudad de Dios". Este salmo exalta la ciudad de Sión, que es amada por Dios y es un símbolo de presencia divina.

Hebreos 12:22: "Pero has venido al Monte Sión, y la Ciudad del Dios Viviente, la Jerusalén celestial y a los miles de ángeles". Este versículo habla sobre Jerusalén celestial, que es la ciudad del Dios viviente y representa la salvación que los cristianos tienen en Jesús.

Zacarías 8:3: "Así dice el Señor, volveré a Sión, y habitaré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará la ciudad de la verdad, y la colina del Señor de los anfitriones, el Monte Santo". Este versículo habla sobre la restauración de Jerusalén y la promesa de que Dios vivirá en el medio de la ciudad.





“Nossa Senhora recebeu pela inefável bondade de Jesus a força de suportar até o fim as provações do seu amor. Que você também possa encontrar a força de perseverar com o Senhor até o Calvário!” São Padre Pio de Pietrelcina