3. En cuanto a la población, la hizo salir de la ciudad y la obligó a trabajar con sierras, con picos de hierro y hachas. Lo mismo hizo con todas las ciudades de los amonitas. Luego David y todo el ejército se volvieron a Jerusalén.





“A cada vitória sobre o pecado corresponde um grau de glória eterna”. São Padre Pio de Pietrelcina