34. Menelao, irritado, pidió a Andrónico que matara a Onías. Andrónico fue a ver a Onías, le dio la mano y le juró que no le haría nada; Onías no se fiaba, pero se dejó convencer y salió del lugar de asilo; inmediatamente Andrónico lo mató sin respetar la justicia.





“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina