5. Llamó entonces Ester a Hatac, uno de los eunucos que el rey había puesto a su servicio, y lo mandó a preguntar a Mardoqueo qué pasaba y por qué hacía aquello.





“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina