29. y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»;





“Pense na felicidade que está reservada para nós no Paraíso”. São Padre Pio de Pietrelcina