Fondare 210 Risultati per: nuestra

  • de la matanza de nuestros hermanos, de la esclavitud de nuestra tierra, de la destrucción de nuestros bienes en medio de los pueblos donde estemos desterrados. Nuestros conquistadores nos humillarán y nos despreciarán, (Judit 8, 22)

  • y nuestra esclavitud no sería para nuestro bien, sino que el Señor, Dios nuestro, haría de ella nuestra deshonra. (Judit 8, 23)

  • Judit le respondió: "¡Escuchadme! Voy a realizar una hazaña que se transmitirá de generación en generación a los hijos de nuestra raza. (Judit 8, 32)

  • Que Dios te colme de bienes para tu exaltación eterna, pues viendo abatida nuestra raza, no has perdonado la vida, antes fuiste su socorro en la ruina, portándote con rectitud ante Dios". Y todo el pueblo respondió: "Así sea. Así sea". (Judit 13, 20)

  • Al verla, todos a una la ensalzaron así: "Tú eres la gloria de Jerusalén, el honor de Israel, el orgullo de nuestra raza. (Judit 15, 9)

  • Pero no se contentan ahora con la amargura de nuestra esclavitud, y han jurado ante sus ídolos (Ester 14, 8)

  • No entregues, Señor, tu cetro a los que son nada; que no se rían los gentiles de nuestra ruina. Vuelve sus propósitos contra ellos e infiere ejemplar castigo al que inició contra nosotros esta guerra. (Ester 14, 11)

  • Acuérdate, Señor, y hazte visible en el día de nuestra angustia; dame valor, rey de dioses y Señor omnipotente. (Ester 14, 12)

  • Pero queremos que entendáis mejor lo que decimos: Amán, hijo de Hamdatá, macedonio, extraño a la sangre persa y completamente ajeno a nuestra benignidad, fue recibido por nosotros como huésped (Ester 16, 10)

  • de todos los que dicen: "La lengua es nuestra fuerza, los labios nuestras armas, ¿quién podrá dominarnos?". (Salmos 12, 5)

  • ¿Por qué ocultas tu rostro y olvidas nuestra desgracia y opresión? (Salmos 44, 25)

  • Nuestra alma está hundida en el polvo y nuestro vientre se arrastra por el suelo. (Salmos 44, 26)


“Uma Missa bem assistida em vida será mais útil à sua salvação do que tantas outras que mandarem celebrar por você após sua morte!” São Padre Pio de Pietrelcina