Fondare 161 Risultati per: Treinta

  • Los filisteos se lanzaron al ataque y derrotaron a los israelitas, que huyeron a la desbandada. Fue una gran derrota. Cayeron treinta mil hombres de la infantería israelita, (I Samuel 4, 10)

  • Samuel llevó consigo a Saúl y a su mozo, los introdujo en la sala y les dio el primer puesto entre los invitados, que eran treinta personas. (I Samuel 9, 22)

  • Les pasó revista en Bézec. Eran trescientos mil de Israel y treinta mil de Judá. (I Samuel 11, 8)

  • David tenía treinta años cuando subió al trono, y reinó cuarenta años. (II Samuel 5, 4)

  • En Hebrón reinó sobre Judá siete años y seis meses; en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre todo Israel y Judá. (II Samuel 5, 5)

  • David volvió a reunir a todo lo selecto de Israel: treinta mil hombres. (II Samuel 6, 1)

  • Quitó de la cabeza de Milcón la corona de oro, que pesaba treinta y cuatro kilos, y la piedra preciosa que había puesta en ella fue puesta en la corona de David. El botín que tomó de la ciudad fue inmenso. (II Samuel 12, 30)

  • Un gigante, descendiente de Rafá, que tenía una lanza que pesaba unos treinta kilos y ceñía una espada nueva, decía que iba a matar a David. (II Samuel 21, 16)

  • Tres de los treinta fueron en tiempo de la siega a ver a David en la cueva de Adulán, mientras los filisteos estaban acampados en el valle de Refaín. (II Samuel 23, 13)

  • Abisay, hermano de Joab e hijo de Sarvia, era el jefe de los treinta. Él blandió la lanza contra trescientos, los mató y adquirió fama entre los treinta. (II Samuel 23, 18)

  • Era el más famoso de los treinta y se convirtió en su jefe, pero no llegaba a los tres. (II Samuel 23, 19)

  • Esto hizo Benayas, hijo de Yehoyadá, y adquirió fama entre los treinta valientes; (II Samuel 23, 22)


“Se você não entrega seu coração a Deus, o que lhe entrega?” “Você deve seguir outra estrada. Tire de seu coração todas as paixões deste mundo, humilhe-se na poeira e reze! Dessa forma, certamente você encontrará Deus, que lhe dará paz e serenidade nesta vida e a eterna beatitude na próxima.” São Padre Pio de Pietrelcina