Fondare 94 Risultati per: siquiera
a los que ni siquiera tienen la belleza que hace atrayentes a otros animales, y están excluidos del elogio y la bendición de Dios. (Sabiduría 15, 19)
Pero contra tus hijos, ni siquiera pudieron los dientes de las serpientes venenosas, porque tu misericordia vino a su encuentro y los sanó. (Sabiduría 16, 10)
El primero no terminó de conocerla y el último ni siquiera la vislumbra. (Eclesiástico 24, 28)
El mal que se comete recae sobre uno mismo, sin que se sepa siquiera de dónde proviene. (Eclesiástico 27, 27)
Antes de la hora de su descanso eterno, dio testimonio ante el Señor y su Ungido: "Yo no he despojado a nadie de sus bienes, ni siquiera de sus sandalias"; y nadie lo acusó. (Eclesiástico 46, 19)
Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca. (Isaías 53, 7)
Y ahora, así habla el señor, Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: ¿Por qué se hacen un mal tan grande a ustedes mismos? ¿Por qué se hacen exterminar de en medio de Judá, hombres y mujeres, niños y pequeños, sin dejar para ustedes ni siquiera un resto? (Jeremías 44, 7)
Ni siquiera los hijos de Agar, que buscan la ciencia sobre la tierra, ni los mercaderes de Merrán y de Temán, inventores de fábulas y buscadores de inteligencia, han conocido el camino de la sabiduría, ni se han acordado de sus senderos. (Baruc 3, 23)
Por eso, así habla el Señor: Porque ustedes han sido más rebeldes que las naciones que los rodean y no han seguido mis preceptos, porque no han practicado mis leyes y ni siquiera han procedido según las costumbres de las naciones que los rodean, (Ezequiel 5, 7)
Entonces multiplicaste tus prostituciones en una tierra de comerciantes, en Caldea, pero ni siquiera con esto quedaste satisfecha. (Ezequiel 16, 29)
Una vez reunidos los prefectos, los gobernadores y los cortesanos del rey, comprobaron que el fuego no había tenido poder sobre el cuerpo de aquellos hombres, que sus cabellos no se habían quemado, que sus mantos estaban intactos y que ni siquiera el olor del fuego se había adherido a ellos. (Daniel 3, 94)
El rey del Norte vendrá, levantará terraplenes y tomará una ciudad fortificada. Las fuerzas del Sur no resistirán, y ni siquiera sus tropas escogidas tendrán vigor para resistir. (Daniel 11, 15)