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Salmos, 72

16. Que en el país abunden los trigales y ondeen sobre las cumbres de las montañas; que sus frutos broten como el Líbano y florezcan como la hierba de los campos.

Kapcsolódó versek Salmos, 72:

El Salmo 72 es un poema que habla de un rey justo y misericordioso que gobierna sabiamente y la prosperidad. Los versos seleccionados a continuación abordan temas relacionados con el gobierno, la justicia y la protección divina.

Salmo 2:10-11: "Ahora, oh reyes, sed prudente; dejarte instruir, jueces de la tierra. Sirve al Señor con miedo y regocijado con temblor". Este versículo habla sobre la importancia de los gobernantes para actuar sabiamente y justicia, temiendo a Dios y buscando su guía.

Salmo 72:1-2: "Oh Dios, dale al Rey tus juicios y tu justicia al Hijo del Rey. Él juzgará a tu pueblo con justicia y a tus pobres con equidad". Este versículo se relaciona directamente con el tema central del Salmo 72, que es la figura del rey justa y misericordioso, que gobierna sabiamente y justicia.

Salmo 72:12-13: "Porque él librará a los necesitados que lloren, como los pobres y lo que no tiene a nadie que lo ayude. Tendrá piedad con los pobres y los necesitados, y salvará las almas de los necesitados. " Este versículo habla sobre la protección divina que se ofrece a los necesitados y oprimidos, que son los más vulnerables de la sociedad.

Salmo 82:3-4: "Haz justicia a los pobres y al huérfano; proceda con los afligidos y los indefensos. Llevar a los pobres y necesitados; sácalos de las manos de los malvados". Este versículo se relaciona con el tema de la justicia y la protección con los débiles, que es fundamental para el Salmo 72.

Salmo 89:14: "La justicia y el juicio son la base de su trono, misericordia y verdad van a tu cara". Este versículo habla sobre la importancia de la justicia y la verdad como fundamentos para un gobierno justo y misericordioso, que es el ideal descrito en el Salmo 72.





“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina