Talált 354 Eredmények: nuestros

  • Por eso dijo a Judá: "Restauremos estas ciudades, rodeémoslas de murallas, torres, puertas y barras mientras el país está en nuestras manos. Hemos buscado al Señor, y el Señor nos ha concedido la paz con nuestros vecinos". Y realizaron todas las construcciones. (II Crónicas 14, 6)

  • "Hagamos nosotros dos un pacto, como lo hicieron nuestros padres. Yo te envío este obsequio de plata y oro. Rompe tu pacto con Basá, rey de Israel, para que me deje en paz". (II Crónicas 16, 3)

  • Ajab, rey de Israel, dijo a Josafat, rey de Judá: "¿Quieres venir conmigo a atacar a Ramot de Galaad?". Él contestó: "Mi suerte y la tuya serán la misma, y la misma también la suerte de nuestros pueblos; iremos contigo a la guerra". (II Crónicas 18, 3)

  • oró así: "Señor, Dios de nuestros padres, tú eres el Dios de los cielos, tú gobiernas los reinos de la tierra, tú tienes en tu mano la fuerza y el poder; nadie puede resistirte. (II Crónicas 20, 6)

  • Dios nuestro, júzgalos tú, pues nosotros nos sentimos impotentes frente a esta horda ingente que nos asalta. No sabemos qué hacer; nuestros ojos se vuelven a ti". (II Crónicas 20, 12)

  • Había allí un profeta del Señor, llamado Obed, que salió al encuentro del ejército que regresaba a Samaría, y les dijo: "El Señor, Dios de nuestros padres, en su ira contra los de Judá los ha entregado en vuestras manos; pero vosotros los habéis matado con furor tal, que ha subido hasta el cielo. (II Crónicas 28, 9)

  • y les dijeron: "No traigáis aquí a los prisioneros, pues nos haríamos culpables ante el Señor. Habláis de aumentar nuestros pecados y nuestras deudas, pero nuestra culpa es ya ciertamente enorme, y la ardiente ira del Señor amenaza a Israel". (II Crónicas 28, 13)

  • les dijo: "Levitas, escuchadme. Purificaos y purificad el templo del Señor, Dios de nuestros padres, eliminando la impureza de él. (II Crónicas 29, 5)

  • Sí, nuestros padres han pecado y han hecho lo que es malo a los ojos del Señor, nuestro Dios, lo han abandonado, han apartado su rostro de la morada del Señor y le han dado la espalda. (II Crónicas 29, 6)

  • Por eso, nuestros padres cayeron en la guerra, y nuestros hijos y nuestras mujeres fueron hechos prisioneros. (II Crónicas 29, 9)

  • Con él no hay más que brazos de carne; con nosotros está el Señor, nuestro Dios, pronto a socorrernos y combatir nuestros combates". El pueblo cobró ánimo con las palabras de Ezequías, rey de Judá. (II Crónicas 32, 8)

  • "Id y consultad al Señor por mí y por todos los supervivientes en Israel y en Judá acerca de las palabras de este libro que se ha encontrado, pues la cólera del Señor se ha encendido contra nosotros, porque nuestros padres no hicieron caso de las palabras de este libro, cumpliendo lo que está escrito en él". (II Crónicas 34, 21)


“Pode-se manter a paz de espírito mesmo no meio das tempestades da vida”. São Padre Pio de Pietrelcina