Talált 319 Eredmények: buenas obras
El centinela dijo: "El modo de correr del primero me parece el modo de correr de Ajimás, hijo de Sadoc". El rey contestó: "Es un hombre bueno; viene para traer buenas noticias". (II Samuel 18, 27)
Entonces llegó el cusita y dijo: "Reciba mi señor, el rey, estas buenas noticias. El Señor te ha hecho justicia librándote de todos aquellos que se habían levantado contra ti". (II Samuel 18, 31)
Aún estaba hablando, cuando llegó Jonatán, hijo de Abiatar, el sacerdote. Adonías le dijo: "Entra, pues tú eres un valiente y traerás buenas nuevas". (I Reyes 1, 42)
Cuando se terminaron todas las obras que el rey Salomón mandó hacer en el templo llevó todos los objetos que su padre, David, había dedicado al Señor: la plata, el oro, los utensilios, y los depositó en el tesoro del templo del Señor. (I Reyes 7, 51)
y dijo al rey: "Realmente es verdad todo lo que yo había oído en mi tierra de tus obras y de tu sabiduría. (I Reyes 10, 6)
Y ellos le respondieron: "Si hoy eres condescendiente con este pueblo, les complaces y les respondes con buenas palabras, serán siempre servidores tuyos". (I Reyes 12, 7)
El rey de Israel respondió a Josafat: "Hay todavía uno por medio del cual podemos consultar al Señor; pero yo le odio porque nunca me profetiza cosas buenas, sino cosas malas. Es Miqueas, hijo de Yimlá". Josafat dijo: "No hable así el rey". (I Reyes 22, 8)
sino que se entregaba a los encargados de las obras, para que con él reparasen el templo del Señor. (II Reyes 12, 15)
y que se lo den a los encargados de las obras del templo del Señor, para que éstos paguen a los obreros que reparan sus desperfectos: (II Reyes 22, 5)
carpinteros, maestros de obras y albañiles, y para comprar maderas y piedras talladas con que reparar el templo. (II Reyes 22, 6)
Safán fue inmediatamente a informar al rey: "Tus siervos han recogido el dinero que había en el templo y se lo han dado a los encargados de las obras". (II Reyes 22, 9)
por haberme abandonado y haber quemado incienso a dioses extranjeros hasta provocar mi indignación con todas las obras de sus manos; mi cólera se encenderá contra este lugar y no se apagará. (II Reyes 22, 17)