Talált 102 Eredmények: Malvados

  • ¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de crímenes, ralea de malvados, hijos perversos! Han abandonado al Señor, han despreciado al Santo de Israel, le han vuelto la espalda. (Isaías 1, 4)

  • Por eso el Señor no tendrá compasión de sus jóvenes, no se apiadará de sus viudas ni de sus huérfanos; porque todos son malvados y perversos y toda boca habla locuras. Y con todo no ha amainado su cólera; su brazo aún está extendido. (Isaías 9, 16)

  • También él es diestro en atraer desdichas, y no ha cambiado su palabra. Se levantará contra la casa de los malvados y contra el auxilio de los malhechores. (Isaías 31, 2)

  • Muy justo eres tú, Señor, para que yo trate de litigar contigo. No obstante, quiero sólo exponerte un caso: ¿Por qué los malvados prosperan en sus caminos? ¿Por qué viven en paz los traidores? (Jeremías 12, 1)

  • Te libraré de la mano de los malvados y te arrancaré de las garras de los violentos". (Jeremías 15, 21)

  • Cantad al Señor, alabad al Señor, porque él libra al pobre del poder de los malvados. (Jeremías 20, 13)

  • Nos has entregado en manos de enemigos, hombres inicuos, los peores entre los malvados; en manos de un rey injusto, el más perverso de toda la tierra. (Daniel 3, 32)

  • Al día siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de su marido Joaquín, vinieron también los dos viejos malvados, decididos a hacerla condenar a muerte. (Daniel 13, 28)

  • Aquellos malvados le ordenaron que se quitase el velo -pues estaba velada- para poderse al menos saciar de su belleza, (Daniel 13, 32)

  • Desde los días de Guibeá has pecado, Israel. ¡No han cambiado! ¿No alcanzará la guerra en Guibeá a estos malvados? (Oseas 10, 9)

  • Extirparé hombres y ganados, aves del cielo y peces del mar; haré caer a los malvados, exterminaré a los hombres de la superficie de la tierra -dice el Señor-. (Sofonías 1, 3)

  • ¡Raza de víboras! ¿Cómo podéis vosotros hablar de cosas buenas, siendo malvados? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. (Mateo 12, 34)


“Aquele que procura a vaidade das roupas não conseguirá jamais se revestir com a vida de Jesus Cristo.” São Padre Pio de Pietrelcina