Talált 102 Eredmények: Malvados

  • Los malvados recibirán el castigo que merecen sus pensamientos por haber despreciado al justo y apartarse del Señor. (Sabiduría 3, 10)

  • La turba prolífica de los malvados no prosperará; salida de retoños bastardos, no echará honda raíz ni tendrá suelo seguro. (Sabiduría 4, 3)

  • Ella, mientras eran exterminados los malvados, salvó al justo, que huía del fuego caído sobre las cinco ciudades. (Sabiduría 10, 6)

  • Por esto los justos despojaron a los malvados, celebraron, Señor, tu nombre santo, y con corazón unánime alabaron tu diestra vencedora. (Sabiduría 10, 20)

  • Pues a través de sus pruebas, que no eran más que correcciones de misericordia, vinieron a conocer con qué tormentos fueron atormentados los malvados juzgados sin piedad. (Sabiduría 11, 9)

  • Tú hubieras podido en batalla campal entregar a los malvados en manos de los justos, o aniquilarlos de golpe con bestias feroces o con una severa palabra. (Sabiduría 12, 9)

  • Los malvados que no quisieron conocerte fueron azotados por tu brazo poderoso; perseguidos con extrañas lluvias, con granizadas y aguaceros para los que no había cobijo, y el fuego los devoró. (Sabiduría 16, 16)

  • Unas veces la llama se debilitaba, para no consumir los animales enviados contra los malvados y hacerles ver que era la justicia de Dios la que los perseguía. (Sabiduría 16, 18)

  • Estos malvados, que habían querido oprimir al pueblo santo, yacían prisioneros de las tinieblas y encadenados por una larga noche, encerrados bajo sus techos, excluidos de tu eterna providencia. (Sabiduría 17, 2)

  • Pero sobre los malvados descargó hasta el fin una ira despiadada, porque Dios sabía de antemano su conducta futura: (Sabiduría 19, 1)

  • No tengas envidia del éxito de los malvados; piensa que cuando mueran serán castigados. (Eclesiástico 9, 12)

  • La ignorancia y la oscuridad se crearon para los criminales, y el mal acompaña a los malvados. (Eclesiástico 11, 16)


“Submeter-se não significa ser escravo, mas ser livre para receber santos conselhos.” São Padre Pio de Pietrelcina