Talált 371 Eredmények: alma abatida

  • Sobre todos los calveros del desierto han venido saqueadores (porque una espada tiene Yahveh devorada), de un cabo al otro de la tierra no hubo cuartel para alma viviente. (Jeremías 12, 12)

  • Pero si no le oyereis, en silencio llorará mi alma por ese orgullo, y dejarán caer mi ojos lágrimas, y verterán copiosas lágrimas, porque va cautiva la grey de Yahveh. (Jeremías 13, 17)

  • - ¿Es que has desechado a Judá? ¿o acaso de Sión se ha hastiado tu alma? ¿Por qué nos has herido, que no tenemos cura? Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se presenta el miedo. (Jeremías 14, 19)

  • Y me dijo Yahveh: Aunque se me pongan Moisés y Samuel por delante, no estará mi alma por este pueblo. Echales de mi presencia y que salgan. (Jeremías 15, 1)

  • Mal lo pasó la madre de siete hijos: exhalaba el alma, se puso su sol siendo aún de día, se avergonzó y se abochornó. Y lo que queda de ellos, a la espada voy a entregarlo delante de sus enemigos - oráculo de Yahveh -. (Jeremías 15, 9)

  • Vendrán y darán hurras en la cima de Sión y acudirán al regalo de Yahveh: al grano, al mosto, y al aceite virgen, a las crías de ovejas y de vacas, y será su alma como huerto empapado, no volverán a estar ya macilentos. (Jeremías 31, 12)

  • empaparé el alma de los sacerdotes de grasa, y mi pueblo de mi regalo se hartará - oráculo de Yahveh -. (Jeremías 31, 14)

  • porque yo empaparé el alma agotada y toda alma macilenta colmaré. (Jeremías 31, 25)

  • me dedicaré a hacerles bien, y los plantaré en esta tierra firmemente, con todo mi corazón y con toda mi alma. (Jeremías 32, 41)

  • Ain. Por esto lloro yo; mi ojo, mi ojo se va en agua, porque está lejos de mí el consolador que reanime mi alma. Mis hijos están desolados, porque ha ganado el enemigo. (Lamentaciones 1, 16)

  • Mi alma está alejada de la paz, he olvidado la dicha. (Lamentaciones 3, 17)

  • Lo recuerda, lo recuerda, y se hunde mi alma en mí. (Lamentaciones 3, 20)


“Sejam como pequenas abelhas espirituais, que levam para sua colméia apenas mel e cera. Que, por meio de sua conversa, sua casa seja repleta de docilidade, paz, concórdia, humildade e piedade!” São Padre Pio de Pietrelcina