Talált 63 Eredmények: adoración en la iglesia

  • pues si alguno no es capaz de gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios? (I Timoteo 3, 5)

  • pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad. (I Timoteo 3, 15)

  • Si alguna creyente tiene viudas, atiéndalas ella misma y no las cargue a la Iglesia, a fin de que ésta pueda atender a las que sean verdaderamente viudas. (I Timoteo 5, 16)

  • a la hermana Apfia, a nuestro compañero de armas, Arquipo, y a la Iglesia de tu casa. (Filemon 1, 2)

  • ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. (Santiago 5, 14)

  • Ellos han dado testimonio de tu amor en presencia de la Iglesia. Harás bien en proveerles para su viaje de manera digna de Dios. (III Juan 1, 6)

  • He escrito alguna cosa a la Iglesia; pero Diótrefes, ese que ambiciona el primer puesto entre ellos, no nos recibe. (III Juan 1, 9)

  • Por eso, cuando vaya, le recordaré las cosas que está haciendo, criticándonos con palabras llenas de malicia; y como si no fuera bastante, tampoco recibe a los hermanos, impide a los que desean hacerlo y los expulsa de la Iglesia. (III Juan 1, 10)

  • Al Angel de la Iglesia de Efeso, escribe: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que camina entre los siete candeleros de oro. (Apocalipsis 2, 1)

  • Al Angel de la Iglesia de Esmirna escribe: Esto dice el Primero y el Ultimo, el que estuvo muerto y revivió. (Apocalipsis 2, 8)

  • Al Angel de la Iglesia de Pérgamo escribe: Esto dice el que tiene la espada aguda de dos filos. (Apocalipsis 2, 12)

  • Escribe al Angel de la Iglesia de Tiatira: Esto dice el Hijo de Dios, cuyos ojos son como llama de fuego y cuyos pies parecen de metal precioso. (Apocalipsis 2, 18)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina